“Agua hay; lo que falta es cómo llevarla con eficiencia a los hogares”.

Lo dijo el secretario de Desarrollo Urbano y Servicios Públicos de Jesús María, Ing. Edgar Difilippo. Su área trabaja en un nuevo sistema de provisionamiento.

Urbanismo 13 de noviembre de 2020
Tanque de agua
Tanque de agua

Jesús María. En el año 1904, cuando la mayoría de las ciudades tenía problemas sanitarios recurrentes por la falta de agua potable, Jesús María inauguró el agua corriente para el casco céntrico. La fuente de captación estaba en lo que entonces se dominaba el Parque Autóctono, que era la frondosa arboleda donde ahora funciona la Casa de Matías.

En 1916, Leonardo Trettel e Hijos, con bombas accionadas por motores eléctricos, se hicieron cargo del servicio. La concesión les fue renovada hasta 1947, cuando se creó Obras Sanitarias de la Nación.

En 1980 se nació EPOS, una empresa provincial que tomó a su cargo lo que hacía la Nación, y en 1990 se municipalizó, al descentralizar- se varios organismos del Estado provincial, entre ellos la EPOS.

El intendente Héctor Mario Picat fue el primero en la provincia de Córdoba que firmó un convenio para que el agua potable sea administrada por la Municipalidad.

El crecimiento de la demanda fue muy pronunciado en los últimos años, a raíz del aumento de población, del nacimiento de nuevos barrios y del aumento del nivel de vida de sus habitantes.

Aunque Colonia Caroya y Sinsacate tienen servicios medidos des- de que se hicieron cargo de los mismos la Cooperativa de Servicios Públicos y la Municipalidad, respectivamente, en Jesús María se colocaron los primeros aparatos de medición en 1983. Desde entonces, se estima que pusieron 4.600.

De ellos, 1.600 son nuevos y funcionan perfectamente. Están en los barrios más nuevos: Italia, La Represa y Bulgheroni, entre otros.

De los restantes, la Municipalidad ha recuperado 600. Esto hace un total de 2.200 medidores en funcionamiento confiable. Pero hay 10.300 propiedades. Por lo tanto, sólo está medido el consumo de una de cada cinco casas.

Meses atrás se conoció que el éste supera los 400 litros diarios por persona, valor muy por encima de los 250 recomendados por la Organización Mundial de la Salud.

Entre las causas de este derroche se pueden citar: el riego de jardines, patios y veredas; el lavado de autos; el llenado de las piletas y las pérdidas internas.  

El plan de la gestión Picat es colocar entre 800 y mil medidores por año, con lo cual se cubriría el 50 por ciento de la ciudad en 2023.

 

Cómo llevar el agua.

No obstante, los problemas no son sólo de medición, sino de distribución, lo que complejiza la situación.

El secretario de Desarrollo Urbano y Servicios Públicos, Ing. Edgar Difilippo, es contundente: “Agua hay; lo que falta es cómo llevarla con eficiencia a los hogares”.

La frase sintetiza un problema generado en soluciones parciales a problemas generales, una concatenación de “remiendos” cuyas roturas, periódicamente, generan inconvenientes en el suministro.

Jesús María toma agua de galerías filtrantes, del Canal Huergo y de una boca del fallido dique de afloramiento que se intentó construir hace medio siglo, detrás del cuartel de la Sociedad de Bomberos Voluntarios.

La distribución sigue siendo por gravedad, desde el tanque y la cisterna ubicados en la calle Aníbal Viale, con auxilio de bombas que mejoran la presión.

Entre el predio de Obras Sanitarias y los puntos extremos de la ciudad hay casi 3 Km. A Sierras y Parque hay más. Como es de imaginar, los mayores problemas están al Este de la Ruta Nacional 9.

Como algunas cañerías troncales -y varias exclusas- son muy antiguas, si aumenta la presión se pueden romper y si no se hace, los vecinos de los barrios periféricos no tienen agua. Parece el cuento del huevo y la gallina.

Sin embargo, Difilippo y su equipo están trabajando en un modo de desatar ese nudo y, al parecer, están bien encaminados. “Queremos hacer algo parecido a lo que tiene Colonia Caroya, es decir, varias perforaciones interconectadas que abastecen a diferentes sectores”, se entusiasma el funcionario.

Ya hay geólogos trabajando y la solución podría llegar muy pronto aunque, claro está, requerirá de una inversión importante. Así solucionarían el problema de los barrios que están al Este de la Ruta 9.

Y si pueden reparar un acueducto mal hecho durante la gestión de Gabriel Frizza, se podría proveer de agua potable a Sierras y Parque desde la cisterna construida -y en desuso- en Alto Los Molinos.

La solución al problema parece vislumbrarse. Habrá que ver de dónde saldrán los recursos para implementarla.

13-11-2020

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