¡Hola, centennial! ¿Sabías que Doña Pipa era una vecina de Jesús María?

Hablando con adolescentes de acá, me hallé con que muchos “chiques” pensaban que “El Patio de Doña Pipa” era “sólo un nombre”.

Sociedad 22 de octubre de 2022 Natalia Balverdi
Ramona Crinejo

Advertencia: en esta nota se usan modismos XXI. 

 Jesús María. El patio o la granja de “Doña Pipa” no son nombres bonitos para “marketinear” con ese espacio verde ubicado frente a la Estancia de Jesús María y al Skate Park, sino que, años atrás, fue una granja donde vivía una señora a quien apodaban “Doña Pipa” y que posta tenía un montón de animalitos.

Empiezo así porque hace un mes atrás me encontré animando un evento en “El predio de Doña Pipa” y, conversando súper “random” con varios jóvenes de acá, me di con que desconocían completamente la existencia de la mujer que vivió allí, cuidando a su madre. 

Así que, te cuento: Doña Pipa existió. Se dice que nació en 1917. Se llamaba Ramona Cipriana Crinejo; nació y vivió toda su vida en ese lugar, hasta agosto de 2011, cuando falleció a sus 94 años.

En la última entrevista que le realizaron a “Pipa” para la revista Contando voy, del Programa de Comunicación Comunitaria de la Municipalidad de Jesús María, en 2008 (Publicación Nº 5), ella contó que su papá era un hachero oriundo del paraje San Pablo; y su mamá, Tránsito Duarte, vendía leche ordeñada por ella y trabajaba en la Estancia Jesuítica cuando era una casa de familia: “... por eso nosotros vivimos acá, porque ellos nos dieron este lugar”, supo contar.

En el rescate testimonial producido por Soledad Castillo y Paola Consolini, “Pipa” también decía: “Nosotros hemos sido muy pobres: comíamos en el suelo, no teníamos mesa, no teníamos luz. Mi mamá crió 11 chicos y a nosotras -hijas naturales- que éramos dos”.

En su vida, “Pipa” hizo de todo: desmonte, arado, siembra, limpieza de casas, cuidado de personas enfermas, lavó y planchó durante 12 años para Gendarmería Nacional.  

Pero no todo era sacrificio. En aquella entrevista también recordó cómo se preparaban para salir a bailar: “Las polleras que teníamos eran de tela de bolsas de harina, de esas que venían antes. La poníamos al sol para blanquearla y después nos hacían unos lindos vestidos, con un gran moño para que nos hiciera la cintura ¡bien ajustados!”.

“Pipa” no se casó ni tuvo hijos, encomendó su vida al cuidado de su mamá y de los animales que habitaban su granja: perros, gansos, pavos, al menos un loro, patos, una oveja, algún caballo y hasta un pecarí.

Así que, de ahora en más, cuando pasemos por “El Patio de Doña Pipa”, ojalá podamos honrarlo con el respeto que “Pipa” y su familia merecerán eternamente, por haber sido parte de la historia de nuestra ciudad.

22-10-2022

Último momento
Te puede interesar
Lo más visto