Daguerrotipos.

NOTA X. Fragmentos del libro homónimo, editado en septiembre de 2005 por la Municipalidad de Jesús María y el Ministerio de Gobierno, Coordinación y Políticas Regionales, incluido en el programa "Edición de Historias Populares Cordobesas". Un aporte para conocer más de nuestro pasado y entender el presente.

SOCIEDAD15 de mayo de 2020
La Nueva
La Nueva estaba en la esquina de Julio A. Roca y Córdoba. Aún se conservan partes del edificio.

“El daguerrotipo fue el primer proceso de fotografía práctica, inventado por el francés Louis Daguerre en 1839. Se trataba de una imagen positiva única (sin negativo), registrada sobre una placa de cobre pulida y plateada, que se emulsionaba con vapores de iodo y se revelaba con mercurio. El daguerrotipo tenía los laterales invertidos, como si nos miráramos en un espejo”.

Escaparates.

La actividad comercial distinguió a Jesús María desde sus inicios. Ubicada en un lugar estratégico, el propio nombre que quería darle Pío León da una idea acabada de la situación: Villa Primera de Anejos Norte, porque hasta entonces no había ninguna otra población organizada como tal en todo el territorio que hoy es el Departamento Colón.

Elena tiene sólidamente justificada su explicación de los factores que influyeron en su prosperidad.

"¿Por qué crece este pueblo? Por el lugar, porque venía la gente de campo. La gente de campo traía carbón, traía leña, traía maíz. En ese tiempo, también estaba el molino harinero de Bergagna...", ensaya con firmeza.

"La gente del campo venía en carro, en sulki - agrega -. El pollo, que se vendía embolsado, vos lo encargabas: - Para la semana que viene, tráigame un pavo... Para la semana que viene, una gallina, para hacer puchero de gallina. Toda esa gente te traía el huevo, te traía la leña para el fuego, el carbón, todo eso".

Para ella, ese fue el principio y sostén del comercio local: "Toda la gente, por ejemplo, del lado de La Paz - que pasaba por acá, por la calle Julio A. Roca, que se llamaba La Paz; y por Las Mercedes (hoy José Manuel Estrada) (...), paraba en lo del Tío Julio (Torres). Con la plata de lo que había vendido - ya tenía su clientela (para) los huevos, los pollos, lo que sea -, de regreso, compraba la mercadería. Y así el pueblo iba creciendo. Entonces, ¿por qué crece Jesús María? ¡Por la zona donde está!".

El Tío Julio Torres era el padre de Porota: "Mi papá tenía, acá en la esquina, el negocio de Ramos Generales. Tenía tienda. Una gran parte, tienda. ¡Era enorme el negocio! Por otro lado vendía zapatos y zapatillas. Y después tenía almacén. Y venía la gente que venía de allá, de Ascochinga"·

No era casual que la calle de su casa se llamara La Paz. La estancia y su propietario gravitaban en la zona, habían ganado un espacio propio. 

Porota lo confirma: "La Estancia del General Roca tenía muchos puesteros, y a las familias de cada uno le hacía una casa. Tenían una casita. Cada uno atendía una cosa. Uno atendía la hacienda, otro los sembrados, otro la casa, otro la leche, porque había tambo. Toda esa gente venían acá a comprar, cada 15 días. Venían en sulki y llevaban las bolsas de las cosas que necesitaban para 15 días: harina, azúcar, yerba". Y el de su papá, el Tío Julio, "era el único negocio que había por acá".

Así como desde el Oeste se proveían esos productos, desde el Este, en cambio, las provisiones preponderantes eran otras.

Elena se acuerda bien: "De aquel otro lado, de Santa Tomás, Los Cometierra, de Nintes, vendían el carbón, porque, por supuesto, todo el mundo cocinaba con carbón. Las mejores casa tenían la cocina grande, con una gran mesada, un hornillo en donde ponía, con una rejita... ponían el carbón y caía todo".

Los Colombo vivían casi en la salida de la Villa hacia Nintes, sobre el actual Bv. Eusebio Agüero, entre las calles Mariano Moreno y Vicente Agüero. Jorge, aunque no es de la generación de los abuelos que nos están haciendo revivir la Jesús María de los 30, tiene recuerdos muy vívidos de su niñez y de los relatos que escuchó en ella. Su abuelo hizo la casa, en la que había una cocina económica que tenía una placa con la inscripción: "Fabricada expresamente para el Sr. Raimundo Colombo".

"La gente que venía, era gente que venía del campo. Venía en los carros. El primer negocio que había era de los Paso (sobre la calle Corrientes, a una cuadra de su cruce con la Ruta). Vos ibas y estaban los carros con ruedas grandes. Y después seguía el nuestro. Y ahí nos dejaban los carros con sandía, con melones, con cebolla. ¡Me acuerdo cómo comía sandía mi vieja! Ahí se quedaban, se les daba de comer, compraban. Y después venían a comprar todos los de la Estancia La Florida, porque había muy muchos puesteros".

En esa manzana, el almacén de los Colombo tenía su puerta en la esquina de Bv. Agüero y Vicente Agüero. En diagonal, en Juan B. Alberdi y Gregorio Carreras, unos parientes suyos les hacían la competencia: Los hermanos Victori.

Así como los huevos y las gallinas para el consumo eran traídos de las sierras y el carbón y la leña de los campos de la zona de Los Cometierra, la verdura que utilizaban las amas de casa era producida en Colonia Caroya.

Doña Elena comenta que entre los buenos proveedores de los verduleros de entonces estaban los Rensini. "La mamá de Rosita Rensini, en su jardinera, traía la verdura de la Colonia. Camino a Córdoba, a la izquierda, todo eso eran las quintas... Las Tottis... ¡Eran unas quintas hermosas! Entonces, iban los verduleros y traían papa, batata, zapallo".

Paula agrega que, más tarde, aparecieron los locales de venta de verdura: "Los primeros que tuvieron (verdulería) fueron los Chalup... el Viejo Chalup".

Es que, en esa época, toda la producción primaria era llevada a domicilio: productos de huerta, huevo, leche, carne. Y también el pan.

Elena y Paula tienen presentes aún los nombres, costumbres y horarios, las ropas y dichos de los proveedores de comestibles de sus casas. Paula rescata a los Romanutti: "Nos traían la carne en un sulki. El Pibe nos traía la carne a casa (...); tendría 16 años".

Elena habla de "el papá de las chicas Mugni". "Yo me acuerdo que repartía pan".

Don Mugni tenía varias hijas mujeres y un solo varón: Henri, el Pibe.

"Yo trabajaba en una carnicería con él, ¿no cierto?", cuenta el Pibe. "Yo repartía la carne en bicicleta. Había otros que repartían en jardinera, pero yo la repartía en bicicleta".

Ahí empezaron sus aventuras sobre las dos ruedas, en una "bici de mujer" que era de sus hermanas. Don Pibe Mugni fue una de las grandes glorias del ciclismo local.  

"Hasta el momento que corrí, yo solamente anduve en bicicletas... la de reparto y en la bici de mujer que era la de mis hermanas. En esa oportunidad, cuando andaba en la bici de mujer -me iba a Ascochinga en la bici de mujer- me acuerdo todavía cómo era la marca: una BCA... Inglesa", cuenta con cariño.

En cuanto al pan suyo de cada día, la Villa tenía, al menos, dos panaderías.

Una de ellas era de Don Eufemio Olmos (en Paseo del Huerto y Nemesio González). Según parece era muy importante, porque en 1910 el diario cordobés Los Principios comentó que este vecino de la Villa había hecho "un buen edificio destinado a panadería mecánica".

Don Eufemio tenía dos hijas: Lidia, años más tarde famosa Directora de la Escuela Graduada de Varones, y otra que era enfermera.

La otra panadería grande era La Europea (en la calle Ing. Olmos), propiedad de la familia de Don Vicente Remedi; bastante tiempo después se la vendió a Don Bautista Brusasca. 

"Don Vicente Remedi tenía el padre vivo, que tenía una pipa como de un metro y medio, que siempre iba a la plaza (San Martín) para fumar... Se sentaba, la pipa la apoyaba en el suelo y chupaba de este otro lado", lo semblantea Artico, riéndose como seguramente hacía en su niñez de la simpática figura de Don Remedi.

Uno de los vendedores que se transformó en personaje de la comunidad fue Don Juan Sáenz, a quien todos conocían como "Juan de la vaca", porque andaba por las calles con una vaca a la que ordeñaba al frente de quien le compraba leche.

"Me acuerdo que nos preguntábamos: ¿qué le hace bajar la leche a la vaca, si no tiene el ternero?", dice Chicho Artico.

Don Juan Sáenz vivía en la esquina de La Paz y Salta, y con el tiempo también tuvo almacén y panadería en ese lugar.

Saliendo hacia el Norte, por el Bv. Agüero, estaba uno de los establecimientos que eran orgullo de la zona: el molino harinero y la fábrica de fideos de Luis Bergagna y el aserradero y molino de maíz de su hermano Fabio.

María Ester lo describe: "Habían hecho como un silo, adentro, con bolsas llenas de trigo. Y en el centro estaba el trigo suelto. Bergagna había hecho un tinglado enorme, y tenía unas luceras que se corrían con piolas. Nosotros, a la siesta, nos íbamos al molino porque nos agarrábamos de esas piolas y nos tirábamos al trigo. ¡Yo creo que era más alto que esta casa!".

Cabe señalar que la fábrica de fideos había sido fundada por Josué Bergagna, en 1924.

Don Luis Biondi cuenta en su trabajo "Jesús María, Villa y Cabeza de Anejos Norte" que, el 12 de enero de 1932 se inauguró el molino harinero de la firma Hijos de Leonardo Trettel, en la primera cuadra de la calle 25 de mayo, y posee una crónica del diario Los Principios que dice que "está equipado con las más modernas maquinarias".

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