Santiago Lauret celebra sus Bodas de Oro con la Enología.

Fue el primero en obtener ese título, aunque creció entre viñedos. Hombre clave en la reconversión vitivinícola, ganó 76 medallas en catas.

Economía 18 de febrero de 2022

Colonia Caroya. La Enología, definida como la ciencia, técnica y arte de producir vino, en nuestro país empezó a dictarse como carrera con título oficial hace 57 años.

En diciembre de 1971 egresó la primera promoción de enólogos y frutiolivicultores de la Escuela Vitivinícola Don Bosco, en la localidad de Rodeo del Medio, Mendoza.

El destino puso en ese selecto grupo de egresados a Santiago Carlos Lauret, el hombre que vivió los mejores y peores momentos de la vitivinicultura y la bodega emblema de Colonia Caroya.

Con sólo 13 años de edad, se instaló en Cuyo para estudiar lo que más le apasionaba. Es que desde niño vivió entre viñedos, cajones, moledoras, tanques y fraccionadoras.

Su padre, Elvio Santiago Lauret, era dueño de bodega La Elsa, un emprendimiento familiar que nació en 1901.

“Yo tenía la idea de ser enólogo porque era lo que los viejos nos metían en la cabeza”, cuenta. Aunque solo él apostó por el vino, a diferencia de sus tres hermanos. 

Se recibió cuando cumplió 20 años y volvió a la Colonia con nuevos aprendizajes que empezó a aplicar en la bodega de su familia.

Hasta que Marcelino Nanini lo recomendó para ir a trabajar en una pequeña bodega de Cruz del Eje. Sólo duró tres meses porque llegó el llamado que esperaba.

“Yo soñaba con estar en La Caroyense, así que con 22 años me sumé acá y éramos cuatro enólogos: Josué Bergagna, René Vicentini, un hombre de apellido Capello y yo; empecé en la planta de fraccionamiento que procesaba más de un millón de litros por mes”, recuerda.

Esos primeros años con Santiago dentro de la Cooperativa Vitivinícola del Lote XIII fueron los mejores de la historia de esta actividad en Colonia Caroya.

Pero las tormentas de granizo de octubre y diciembre de 1976 cambiaron el rumbo de la economía del pueblo.

 

Llegó con la idea 20 años antes.

En 1978 obtuvo una beca y viajó tres meses al Friuli (Italia) para seguir sumando capacitación. Volvió con el proyecto de reconversión vitivinícola, algo que recién se concretaría dos décadas después.

“En ese momento no le dieron importancia; el Directorio de La Caroyense no aceptaba nuevas formas de manejar viñedos ni querían nuevas cepas; cuando se dieron cuenta que lo que hacíamos acá ya no daba para más, reflotamos el proyecto con el vivero de Rauscedo (Friuli) y empezamos a presentar todos los informes que Rusell Italia hizo de nuestro suelo y clima”, rememora.

La primera entrega fueron mil plantas, pero a los pocos años se acordó traer desde Italia un total de 60 mil estacas en tres años. Fue en 1997.

Para entonces, Santiago llevaba ocho años como único enólogo de la bodega, ante la jubilación de los compañeros “técnicos viticultores” con los que empezó.

El acuerdo con Rauscedo se dio en el momento en que La Caroyense entraba en concurso preventivo de acreedores, por lo que la intervención municipal fue clave.

En ese momento, al llegar las plantas y ver su adaptación, se registraron las primeras denuncias por agroquímicos hormonales en los viñedos. “Brotaban y se secaban”, comenta. Eso frustró el cumplimiento del acuerdo con el vivero friulano que pretendía instalar un invernadero en la Colonia. 

Desde aquel episodio hasta hoy, Santiago Lauret denuncia cada año que las derivas de los agroquímicos está dañando la producción más emblemática de la historia local.

 

Asistencia perfecta.

Santiago tiene 70 años y está jubilado. Podría estar en su casa descansando, más aún después de una delicada operación de columna vertebral que le impidió celebrar los 50 años como enólogo, pero esta vendimia lo encuentra en su lugar: La Caroyense.

Debió aceptar la orden médica de no involucrarse en la recepción y análisis de las uvas. Por eso, solamente está haciendo tareas administrativas detrás de un escritorio. Cualquier actividad sirve para estar cerca de su pasión.

“No puedo estar fuera de la actividad; hasta el año que la Cooperativa (La Caroyense) quebró, estuvimos recibiendo parte de la cosecha; siempre estuve”, agrega.

En 2009 decidió empezar a participar con sus productos en los concursos nacionales e internacionales de cata de vinos. En 13 años logró ¡76 medallas!

Sin embargo, le preocupa el futuro a corto plazo de la actividad: “Estamos en un momento difícil. No hay ánimo para poner vides. La realidad nos indica que no la estamos pasando bien como productores”.

18-02-2022

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