El “Chucha”: de pibe de campo a popular cafetero de la ciudad.

La infancia en San Francisco del Chañar. Y la historia de amor, familia y café, en Jesús María.

SOCIEDAD23 de octubre de 2021 Natalia Balverdi

Jesús María. La historia de Eduardo René “Chucha” Monte, popular cafetero jesusmariense que ya lleva unos 40 años en el oficio, conmueve por lo sencilla y  compinche, porque nos pinta esa postal con la que tantas familias se pueden identificar. 

Nació hace 61 años, el 4 de enero de 1960, en San Francisco del Chañar, en el Norte cordobés, lugar al que comienza llamando “ciudad”, con cariño y picardía. “Amo mi pueblo, nací ahí”, dice, aunque a esta altura de su vida confiesa sentirse jesusmariense.

Llegó a Jesús María a sus 9 años, junto a su papá,  Benjamín Monte; su mamá, Yolanda Chávez; su hermana mayor, Mariana; y su hermano “del medio”, Omar, ya que su padre había tenido una oferta laboral en la casa de remates y feria de Raúl J. Romanutti. 

Pero sus años de infancia están grabados de manera tal que cuando habla de aquellos tiempos, es imposible no advertir su emoción. “Vivíamos a un kilómetro del centro, en el campo; andábamos a caballo, juntábamos piquillín, jugábamos al fútbol”, cuenta. Y destaca cuando su imaginación transformaba latitas de sardinas en camiones y huesos de vacas en ganado. 

Al llegar a Jesús María debió dejar atrás aquella infancia y emprender un nuevo desafío: la escuela. “Vinimos a la Escuela Ortíz de Ocampo, turno mañana; el primer tiempo fue difícil porque no conocíamos a nadie, hasta que nos fuimos adaptando y nos fuimos haciendo amigos”, recuerda.

Luego llegó la Secundaria en el Colegio Sarmiento, el fútbol en La Costanera, el básquet en Falucho y los amigos de toda la vida con los que se reúne a comer asado, desde la “Promo ‘77”. 

“Íbamos a La Costanera a jugar al fútbol y nos decían ‘Los cuatreros’ porque veníamos del campo; a mi hermano todavía muchos le dicen así; a mí se me ‘pegó’ el apodo ‘Chucha’ -acuñado por su hermano y aún de origen desconocido para él-. Pero ‘Los cuatreros’ fue el apodo inicial, que para nada le gustaba a mi hermana”, dice y se ríe.

 

El amor y el café.

Los años de secundaria pasaron, llegaron los bailes y... Ana, su gran amor, a la cual destaca como su compañera hace 35 años, con quien se transformó en padre de Analuz y Franco, “que son excelentes y no porque sean mis hijos”, aunque asegura que no legaron el don del café, razón por la cual dice esperar a tener nietos. Y vuelve a reír. 

Allá por los 22 años, cuando novio de Ana, su suegro, Héctor González, le pidió que ayude a llevar adelante el bar que tenía en Estación Caroya debido a una afección en el corazón. Así fue como “Chucha” dejó las latitas de sardinas y empezó a descubrir el amor por el café. 

“Empezó cuando fui a abrir el bar en la Ruta -donde era la YPF de Parisia- en Estación Caroya; fui con mi cuñado, Héctor, quien me enseñó; te podés imaginar los destrozos que hacía, pero aprendí y me quedé ahí, sin saber nada: del campo al bar”, recuerda.

Los años pasaron y Eduardo quedó a cargo, al punto que luego trasladó el bar/cafetería al frente de la Capilla de Estación Caroya, donde estuvo 15 años, hasta que se trasladó al “Bar del a Rural”, en las oficinas de Tucumán 255, de Jesús María, donde lleva otros 15 años de atención.

“Seguramente, llegará el momento de no vender más café, pero venir no me cuesta, voy a atender con gusto, siempre hago una broma -con respeto -. Esto es muy lindo. ¡Me encanta lo que hago!”.

23-10-2021

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