Daguerrotipos.

Fragmentos del libro homónimo, editado en septiembre de 2005 por la Municipalidad de Jesús María y el Ministerio de Gobierno, Coordinación y Políticas Regionales, incluido en el programa "Edición de Historias Populares Cordobesas". Un aporte para conocer más de nuestro pasado y entender el presente.

Historias 07 de mayo de 2020
Pío León histórica
Pío León en su casa. De fondo, el actual museo jesuítico.

“El daguerrotipo fue el primer proceso de fotografía práctica, inventado por el francés Louis Daguerre en 1839. Se trataba de una imagen positiva única (sin negativo), registrada sobre una placa de cobre pulida y plateada, que se emulsionaba con vapores de iodo y se revelaba con mercurio. El daguerrotipo tenía los laterales invertidos, como si nos miráramos en un espejo”.

Don Pío León era el dueño de la Estancia Jesús María, aquella que habían comprado los Jesuitas en 1618 y había pasado a manos privadas cuando los expulsaron, en 1767.

Lo que fuera la próspera hacienda y bodega de la Compañía de Jesús figura en mapas y crónicas desde el Siglo XVII. Por su producción, sólidas construcciones y la población que la habitara, generó lo que fue conocido como “Aldea Jesuítica”. Fue este lugar una referencia importante para viajeros y para la sociedad cordobesa hasta bien entrado el Siglo XIX.

Cuando Pío León decidió lotear parte de sus tierras, en el casco de su establecimiento rural - la Estancia Jesús María, declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en el año 2000 - había un caserío en el que vivían sus empleados y funcionaban lo que podemos llamar los primeros “servicios”. De hecho, en su templo, la iglesia que a partir de la expulsión de los Jesuitas se llamó de San Isidro Labrador, se celebraban las Misas para los pobladores de la región y en 1871 se asignó un cuarto de la casa para que funcione otro de los servicios, sinónimo del incipiente progreso: el Telégrafo.

La creación de la oficina telegráfica contaba con el servicio de un Telegrafista de 3ª Clase y su Guarda Hilos. Fue Don Liberato Barrionuevo quien desempeñó ese cargo hasta 1890. El decreto de creación está rubricado por Domingo Faustino Sarmiento y Dalmacio Vélez Sarsfield. De a pasos, “la aldea” ingresaba en un mundo diferente, al compás de la dinámica de una era significativa.

Recién cuando llegó el ferrocarril, la actividad empezó a desplazarse hacia la Estación, construida al otro lado del río Guanusacate. Y de a poco, entre vapores de trenes, calles de tierra, árboles y señoriales casonas, surgió la ciudad. Que permaneció conectada a la Estancia sólo en lo espiritual porque allí funcionaba la sede de la Parroquia.

Don Pío León bautizó su loteo como Villa Primera de Anejos Norte. En esa época, en la región no había ninguna Villa, y el nombre parecía elegido como proyección de su propio orgullo.

Pese a su voluntad, se llamó Jesús María porque la Estación del Ferrocarril había tomado el nombre de la Estancia de los Jesuitas que, como se dijo, era una referencia reconocida.

A comienzos del Siglo XX, los pobladores de la Villa Jesús María ya habían logrado mejoras importantes en la infraestructura y tenían sus propias autoridades municipales desde 1884, clara demostración de sentido cívico.

Entre esas mejoras cabe contar que en septiembre de 1904 se inauguró el agua corriente, progreso que benefició al casco céntrico. La fuente de agua estaba en el Parque Autóctono, como se llamaba la frondosa arboleda donde ahora funciona la Casa de Matías, y... “como el agua busca el bajo”, al decir de la sabiduría popular, tras cruzar el río se realizaba la distribución hacia un radio de servicio que fue creciendo según crecía la población.

En 1912, se autorizó a la Unión Telefónica del Río de la Plata a que realizara el tendido de cables a cambio de que un aparato fuera instalado en la Municipalidad.

¡Y se hizo la luz! El 25 de septiembre de 1914 la luz eléctrica fue extendida a toda la Villa. Hasta entonces sólo tenían el servicio los vecinos del aserradero que pertenecía a la familia Trettel y se hallaba ubicado sobre el paseo del Huerto. Fueron los Trettel los proveedores de la mejora.

Aún se asoma, como oteando la ciudad, la vieja chimenea de ladrillos... y se puede imaginar a Don Jerónimo ajetreando la Usina; y su casa exhibe la bella arquitectura de entonces, sobre la calle Córdoba

El mismo día, la ineludible magia del cine irrumpió en la Villa. Se inauguró el Biógrafo, en la Sociedad Italiana Unione e Fratelanza. En esa época había sólo 26 salas en toda la provincia. La institución, surgida como tantas Sociedades Italianas del país cobijador de inmigrantes, había sido fundada por 44 vecinos de la zona el 7 de octubre de 1901 y funcionaba como mutual.

Cálida es la memoria de muchos jesusmarienses al hablar del cine. Películas mudas, en blanco y negro, con inolvidables divas que conmovían a sus admiradores y despertaban el incipiente fervor de “no perderse el biógrafo” y “juntar las moneditas” para pagar la entrada a la nueva magia.

Pensar en aquella Villa mediterránea de los albores del Siglo XX con calles tímidamente iluminadas, con agua corriente, teléfono y otros servicios que ahora son casi naturales, despierta admiración.

Fotografía: Don Pío León mira, desde su casa, lo que será la Villa Primera de Anejos Norte. La fotografía (¿Un daguerrotipo?) fue publicada por el Dr. Luis González Warcalde en su libro “Por la Ruta de la Historia”.

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