Reflexiones sobre la organización de lo doméstico y la prevención de la violencia de género.

El programa provincial de Educación Sexual Integral publicó un cuadernillo en el que se proponen actividades para abordar el tema. 

COVID19 17 de febrero de 2021

Córdoba. Levantarse, acomodar la cocina, trabajar un rato antes de que despierten los chicos -si el empleo, en caso de tenerlo, permite hacerlo desde casa-, poner el lavarropas, preparar el desayuno y hacer el repaso mental de la jornada: “No hay más bananas, habría que comprar más mermelada y descongelar los bifes”. Luego, prepararse para lo que viene: trabajar con hijos alrededor (o esperar a que alguien nos releve en su cuidado) o fuera de casa, mientras mentalmente buscamos un hueco en la tarde, para hacer la tarea de la escuela.

En algunos casos, si hay una pareja a la que recurrir y la dinámica establecida lo permite, aparece el sistema de postas en la organización familiar: si uno cocina, el otro trabaja mientras acompaña un rato en la clase virtual. Sin embargo, aun compartiendo las tareas cotidianas -cosa que no siempre ocurre-, la planificación recae en una persona: la madre, la que siempre sabe qué hay que hacer. 

Esta nueva cotidianeidad que comparte tiempo y espacio con el trabajo y la educación es también una oportunidad para mirar cómo se distribuyen las tareas domésticas al interior de la familia: literalmente, ver todo el día a una mujer trabajando, planificando los asuntos pendientes, consultando a otra sobre una consigna o de qué se habló en la clase a la que no pudieron conectarse, averiguando precios, respondiendo a cada rato “qué cenamos hoy”. Justamente, esta visibilización es la que proponen las actividades del cuadernillo Educar en Igualdad en tiempos de aislamiento social, lanzado por el Programa Provincial Educación Sexual Integral, de la cartera educativa. 

El material, según afirma la psicopedagoga y psicóloga Sonia Papera, quien es referente del programa, busca ser un vehículo para poner sobre la mesa la desigualdad en la organización de lo doméstico, al interior de las familias y para que los y las estudiantes puedan cuestionar la idea de que “corresponden” a la mujer. Allí, se proponen diferentes actividades, adaptadas para cada nivel, pensadas para poder reflexionar y problematizar la distribución de las tareas, como puerta de entrada para trabajar la afectividad y los vínculos, ejes también de la Educación Sexual Integral (ESI). 

Esto es así en la medida que la naturalización del rol de la mujer tiene un correlato en la concepción de amor romántico, que no solo define la naturaleza de una relación, sino también asigna los roles que se desempeñan en ella. Por esto, observar cómo son las relaciones que rodean el mundo de los y las estudiantes es un puntapié para desovillar esta idea instituida sobre el amor (clave para la prevención de la violencia de género), ya que advierte y visibiliza los vínculos desiguales. “Nosotros planteamos que los estudiantes secundarios -y luego sus familias- reflexionen en torno al amor romántico, a todos estos estereotipos e ideales que hay del amor como totalizante, como la otra mitad, como lo que nos completa, que es el paradigma de una serie de preconceptos que nosotros tenemos naturalizados e invisibilizados y que son la base de la violencia de género”, explica Papera. 

En este sentido, en la introducción del material se explicita que investigaciones del campo de las ciencias sociales y humanas sostienen que la violencia de género se produce y reproduce gracias a la persistencia de una estructura cultural que jerarquiza a los varones por sobre las mujeres. Y en este marco, la educación y el desarrollo del pensamiento crítico son fundamentales para problematizar las desigualdades y las microviolencias que se encuentran naturalizadas en nuestro cotidiano. 

 

La cotidianidad, desnaturalizada

Nos encontramos confinados en casa y con una sobrecarga de tareas y obligaciones que impactan en nuestra salud y en los vínculos: ¿cómo puede redistribuirse esta carga?, ¿cómo se puede ayudar?, ¿cómo se pueden repensar estas tareas y desnaturalizar la idea de que la madre debe planear y ejecutar cada una de ellas?, ¿cómo advertir que una relación, una configuración familiar es violenta? Estos son, justamente, los interrogantes que el material elaborado por el programa provincial de ESI, busca que las y los alumnos respondan.

Un comienzo es justamente decirlo, trabajarlo, conversarlo con los estudiantes, hacer presente lo que los chicos ven en su casa, todo eso que ahora es más transparente; para los más chicos, porque esas tareas les “quitan” el tiempo de sus padres (“no puedo, estoy cocinando, ya voy, estoy trabajando”) y para los más grandes porque seguramente habrá habido intentos para que colaboren en la realización de alguna de ellas.

Abordar en la actualidad lo doméstico, una condición que atraviesa todos los hogares y todos los niveles educativos, es el objetivo del material, a la par de trabajar la prevención de la violencia de género y ofrecer herramientas para transversalizar la perspectiva de género en los espacios curriculares de todos los niveles educativos. 

El trabajo que se propone apunta en esa dirección con actividades que atraviesan estos interrogantes: ¿de dónde viene la percepción de que esto es lo normal?, ¿por qué  naturalmente las mujeres se hacen cargo de lo doméstico? ¿Cuáles son los relatos que dan forma a esta idea: los cuentos, las canciones, las publicidades? ¿Qué se espera afectivamente de un hombre? ¿Por qué hay que pedir que se lo sume a un grupo de WhatsApp de la escuela y a las mujeres se las agrega directamente? 

Sobre los estereotipos y los roles asignados con naturalidad a las mujeres, es interesante la propuesta del cuadernillo: repasar cómo aparecen las mujeres en los cuentos clásicos, donde no solo se pondera la belleza por encima de toda otra cualidad (que ni siquiera es mencionada), sino que además se las representa realizando tareas domésticas. Incluso el personaje de la bruja se construye de manera discriminatoria en contraposición a la figura del mago/hechicero: mientras uno es sinónimo de poder y sabiduría, la otra lo es de maldad, hechicería y vanidad. El repaso por los personajes y sus construcciones, tal como lo sugieren las actividades propuestas, son un ejemplo de cómo se puede problematizar la construcción de la superioridad del varón, entre otras cuestiones. 

En la misma línea, la actividad planeada para primaria “mensajes rosas y azules” posibilita a los y las docentes trabajar con sus estudiantes temas como la afectividad, las emociones y las posibilidades de desarrollo que se plantean para varones y mujeres. Allí, se propone rastrear estos mensajes transmitidos y naturalizados: “Los varones son más brutos”, “Las chicas atienden mejor a los bebés”, “Vos que sos varón, llevá eso que pesa”. 

El doble propósito que subyace a este material es el de proporcionar material de trabajo a los y las docentes, y a su vez, acercarlo a los estudiantes y a su familia, aprovechando la coyuntura. “La mayor materialidad para trabajar está en la vida cotidiana de los y las estudiantes. En la pandemia, las situaciones de violencia de género han aumentado. Están las estadísticas a la vista. El confinamiento ha hecho que aumente el abuso sexual infantil y el maltrato infantil. En estas configuraciones vinculares donde se da este tipo de vínculos, para los niños, niñas y adolescentes, la escuela era un refugio; un espacio, en el que durante 4 o 5 horas, a veces más, se podía decir esto, y la institución estaba obligada a dar conocimiento a la justicia para que se haga una intervención”, relata Sonia Papera.

Y acerca de la importancia de la institución escolar para prevenir la violencia doméstica, afirma: “El único modo en que la escuela puede prevenir es trabajando, poniendo el tema sobre la mesa. ¿Qué es lo que puede parar la violencia de género? Que exista algo de la ley -la escuela es una institución que marca la ley-; que se introduzca en los hogares y que haga que este otro, violento, pare. Que diga: ‘Uh, está la maestra en la pantalla y vos no estás; me va a llegar una nota, preguntándome por qué’.  Se convierte como en un protector social y vehiculiza la red de lo social. Que las familias estén en contacto, que las mamás estén en contacto unas con otras a través de las tareas de sus hijos, que la maestra, que otras mamás adviertan si alguien no está respondiendo. Es la importancia que toma la escuela en este contexto.” El programa Provincial Educación Sexual Integral está disponible, abierto a consultas y capacitaciones; quienes estén interesados en la temática pueden contactarse al correo [email protected], o consultar material en el blog http://programaesicordoba.blogspot.com/. También en el sitio Tu escuela en casa se pueden encontrar las actividades que se desarrollaron desde el programa.

Tomado de La Revista Saberes, del Ministerio de Educación de la Provincia

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