“Hay que hacer malabarismo para ver qué vendemos, a qué precio y si vamos a tener reposición”.

Así describió Hernán Mangone la situación de los comerciantes en medio de la pandemia. Costos que suben, ventas que bajan, proveedores que no pueden reponer mercadería, nuevas variables y una carga impositiva asfixiante son sus luchas cotidianas.

Economía 31 de julio de 2020
Hernán Mangone

Jesús María. Los carteles “Alquilo” se multiplican en locales para uso comercial en el centro de la ciudad. Antes de la pandemia, la crisis económica golpeó duro a muchos rubros y la irrupción del COVID-19 les dio la estocada final.

La información que manejan la Municipalidad y el Centro Comercial e Industrial es que 30 comercios cerraron sus puertas, sin contar rubros como jardines maternales, salones de eventos ni gimnasios, cuya situación es poco menos que desesperante.

Muchos han dejado hasta tres empleados sin trabajo. Estas familias y las de los dueños de los locales cerrados pasaron a engrosar la lista de desocupados. Son el 1,5 por ciento del total de comercios locales -hay, aproximadamente, 2 mil-, pero no descartan que sean más.

El presidente del Centro Comercial e Industrial, Hernán Mangone, describe con crudeza la situación: “Cada comercio vive el día. Hay quienes planifican un descuento, una promoción y, lamentablemente, después no puedan sacarla por la situación nacional. Un proveedor, que puede ser de Santa Fe o, por lo general, de Buenos Aires, esta semana puede abrir y, a lo mejor, la semana que viene no. O no puede transportar la mercadería. Así no se puede garantizar el stock. Inclusive, hay proveedores de Córdoba que no pueden traer los pedidos a Jesús María porque no pueden pasar de un Departamento a otro o no los dejan salir de la ciudad”.

Mientras los gastos fijos son los mismos que antes del comienzo de la pandemia, las ventas bajaron aún en los comercios que pueden abrir sus puertas.

 

Salvavidas.

Ante este escenario, el Centro Comercial le planteó a la Municipalidad que muchos no podrían pagar la Tasa Comercial y las autoridades locales atendieron las situaciones particulares que fueron apareciendo. “Algunos abrieron ahora, después de dos o tres meses, pero tampoco pueden pagar; y los que estuvieron abiertos no vendieron lo mismo que antes de la pandemia”, dice el presidente de la entidad gremial.

Algo similar le elevaron a la Cooperativa de Servicios Públicos y también analizaron cada caso. Mangone cuenta: “He recibido planteos de comercios que han estado cerrados y la factura de energía eléctrica era igual o más alta que cuando el comercio estaba abierto. Esos reclamos se pasaron a la Cooperativa y creo que se los solucionaron porque nadie volvió a hablarnos por el tema”.

A los Bancos, a través de Fedecom, los centros comerciales les pidieron que bajen los costos de sus servicios. “El año pasado nos cobraban el 1,2 por ciento por depositar efectivo en nuestra cuenta. ¡Era una locura! Logramos que nos permitan descontar de Ganancias lo que nos cobran, pero no debiéramos pagar nada”, explica el joven dirigente.

Otra variable de ajuste fueron los salarios. Mangone no oculta que “muchos debieron bajar sueldos para subsistir. No les quedaba alternativa. Y hay que rescatar la predisposición de los empleados, que lo aceptaron”.

Los efectos de las políticas oficiales fueron dispares. Por ejemplo, la Tarjeta Alimentar no llegó a tener la repercusión esperada porque se lanzó y ahí nomás empezó la cuarentena. El presidente del Centro Comercial sostiene que “fue una gran ayuda para los comercios que vendían alimentos. Más de uno lanzó promociones tan sólo para captar la tarjeta. Algunos han resignados de un 5 a un 10 por ciento de su rentabilidad”.

Uno de los problemas de entonces fue que muchos nos tenían posnet. Mangone no cree que quien no lo tenía antes de la pandemia vaya a incorporarlo ahora: “Con menor rentabilidad, cuenta en los costos de mantenimiento, aún cuando los Bancos tienen promociones de seis a 12 meses de servicio gratuito y casi el 80 por ciento de las personas usa tarjetas de crédito o débito”.

También consideró otro alivio, aunque con reservas, a los créditos oficiales de 150 mil pesos. “Tardaron unos 30 a 50 días las gestiones y cuando se pudieron sacar fue de una gran ayuda. Se han realizado muchas ventas de productos que eran caros y no los iban a comprar porque tenían prioridad otras cosas o servicios; con este crédito en la tarjeta lo han tomado”.

¿Por qué con reservas? “Esperemos que después se pueda llegar a pagar la cuota porque hoy está bueno sacar un préstamo. Algunos son muy convenientes porque tienen un interés del 24 por ciento anual en un escenario con 45 o 50 por ciento de inflación, o vaya a saber uno a cuánto llega. Los vamos a empezar a pagar con cuatro o seis meses de gracias, pero si hoy no llegamos a pagar los gastos fijos, ¿vamos a poder pagar los nuevos gastos fijos, que seguramente aumentarán, más la cuota de un crédito? Hoy hay que personas que no saben si dentro de seis meses van a poder seguir trabajando”.

 

Impuestos asfixiantes.

La carga impositiva es la cruz de los comerciantes y su modificación es el pedido reiterado de los centros comerciales federados en Fedecom, federación que recibe las quejas y reclamos de sus asociados y los deriva a CAME, la entidad nacional que los representa.

El presidente del Centro Comercial local confiesa: “Es mucho desgaste para pedir que nos bajen un 2 por ciento los Ingresos Brutos, un porcentaje mínimo de IVA, un porcentaje de Ganancias. Nunca pedimos que se eliminen todos los impuestos porque ningún país funciona así, pero en este escenario de pandemia se podrían eliminar para ayudar a los comerciantes”.

Si bien reconoce que la prioridad del gobierno deben ser los temas sanitarios, considera que también debiera enfocarse en ver  “cómo disminuir o eliminar algunos impuestos hasta diciembre, hasta que esto pase. Así ayudaríamos al ciudadano, que es consumidor final, y al comercio”.

Otro problema son las distorsiones. Un ejemplo es el SIRCREB (Sistema de Recaudación y Control de Acreditaciones Bancarias), por el cual pagan por cada venta con tarjeta a la tarjeta misma, al Banco que la tiene y la transferencia que reciben. “Un autónomo lo recupera, pero el monotributista lo pierde”, acota Mangone. 

Así, con resultados que resultan mezquinos a la hora de compararlos con los esfuerzos, el Centro Comercial e Industrial intenta encontrar soluciones para mantener los negocios en pie y las fuentes de trabajo que ellos generan. “Para eso está la institución, como entidad gremial que defiende a todos los comercios, sean o no socios”, concluye Hernán Mangone.  

31-07-2020

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