Daguerrotipos.

NOTA XIX. Fragmentos del libro homónimo, editado en septiembre de 2005 por la Municipalidad de Jesús María y el Ministerio de Gobierno, Coordinación y Políticas Regionales, incluido en el programa "Edición de Historias Populares Cordobesas". Un aporte para conocer más de nuestro pasado y entender el presente.

Historias 26 de mayo de 2020
Plaza Pío León 2

“El daguerrotipo fue el primer proceso de fotografía práctica, inventado por el francés Louis Daguerre en 1839. Se trataba de una imagen positiva única (sin negativo), registrada sobre una placa de cobre pulida y plateada, que se emulsionaba con vapores de iodo y se revelaba con mercurio. El daguerrotipo tenía los laterales invertidos, como si nos miráramos en un espejo”.

De  violentos y borrachos...

Y ese miedo infantil que se asomó en la tarde de viernes, parece que perdura. La ira siempre es turbia  y tiene la mala condición de oscurecer la placidez de la nostalgia. "Se llamaba Venecia. Le decían Venecia." Un personaje violento que andaba por la villa.

"Un tipo que hacía changas, pero especialmente jardinería... Venecia. Cuando lo nombraban así, se enojaba y le tiraba con la pala a quien se lo hubiera dicho, sin importar quién era ni cuántos eran".

"Y la pala nunca le faltaba."  Deslizan en sus voces los reunidos en la Casa Ghersi. Y cuando hablan de Venecia, se percibe la violencia del hombre mientras se van haciendo conjeturas sobre el apelativo que tanto lo molestaba.

Entre los segundos, los infaltables borrachos de pueblo,  para hablar con fineza... uno era muy respetable.

Comenta Ártico: "Lucio Peña era un hombre, ya le digo, educado en Francia, de familia muy bien, pero luego se entregó a la bebida." Parece ser que la tristeza lo fue llevando y algún mal del alma que tenía el hombre lo separó de su gente. El alcohol hizo lo demás.

"Un borracho triste y solitario"; "No se supo nada más de él".

Y en los estaños también se acodaban los hombres que entre la grapa y una caña trataban de olvidar penas o se enojaban con el prójimo. Como en la fonda del Cabezón Fava, en el almacén de la plaza de los eucaliptos o en la plaza de las carretas.

Pero la que ingresó en todos los rubros de las historias policiales fue "La Martina". La mujer de una edad imposible de determinar por los estragos del alcohol… o lo que viniera: "Vivía  en curda todo el día", coinciden Chicho y Elena.

Artico cuenta de una vez que la mujer pasó frente a la Estación, sobre la Plaza San Martín, y cuando llegó  al surtidor de la YPF, donde se vendía por litro el combustible con una medida igual a la usada para vender el vino, dijo: "- Che, dáme un poco de vino".

"- No, yo no vendo vino. Nosotros vendemos aceite y nafta", le contestaron los encargados del surtidor, no sin asombro.

"- No, si ahí está el litro, ahí está el litro. Dáme un poco de vino!".

"Los muchachos no pudieron convencerla. Como era violenta le pusieron un traguito, ¡y se lo tomó creyendo que era vino!".

"La Martina murió descuartizada" - comentan con el espanto que habrán sentido cuando corrió la noticia.  Pero volviendo al caso policial, Artico dice que:  "A esa mujer la mató un agente de la Policía; la descuartizaron, ahí en los hornos de cal. La descuartizaron un agente y un morochón que había estado pintando la cocina de mi casa, Mordiscón que le llamaban. Le decían así porque tenía un bulto en una mejilla, como si lo hubieran mordido."

 

Agua fresca, fuego y juego…

¡Era lindo el verano en el pueblo! El río llamaba con su frescura y los retazos de infancia se han quedado sin que el curso del agua se los lleve. Está cambiado, es cierto, pero quién no lo recuerda?

-" Una vez la creciente fue grande. El agua llegó hasta el Huerto". Se asombra Elena y Paula acota: "Eso que ya estaban construidos los dos terraplenes".

"Parece que le han cambiado el curso…",  medita Andrés.

"Nosotros, yo era niño, estoy hablando de los 5 o 6 años, pasábamos el verano…, todos los días a bañarnos al río de La Toma".

"Al final de la calle que tiene ese nombre… había un balneario que tenía una cascada de cemento"  El rumor del agua de La Toma parece que acompaña la voz de Alfredo Naum. - "Una hermosa cascada, con una caída de agua muy linda. Y traía permanentemente agua, y mucha agua!"

"Ese era el lugar de Jesús María adonde venía la gente a tomar mate, a hacer los pic-nic. Que en esa época era muy tradicional que toda la gente de acá, de Colonia Caroya, venían a este balneario. Yo pasaba, iba a ese balneario, que no era municipal, era público entonces".

El río también era proveedor de juegos. La orillita, las piedras, las cañas y  hasta ser cómplice de un ritual que se ha perdido: la fogata.

"Detrás de la casa de los Maluf, en el Boulevard Eusebio Agüero, se hacía la fogata de San Pedro y San Pablo. Todos los chicos íbamos al río a juntar ramas y las traíamos para la fogata "  - Como si crepitaran las ra-mas en el fuego María Ester cuenta.

"Nosotras los mandábamos a Pirincho y al Chuchi Bergagna a que trajeran lo canastos viejos de los fideos para que prendieran más. Y me acuerdo que una vez trajeron los canastos nuevos. ¡Nosotros felices!

 "… ¡Apareció Don Fabio con el cinto cuando estábamos en lo mejor de la fogata!"

Y el río se ha .quedado, con el verdor de los árboles , con  las ramas secas y solitarias  moviendo los recuerdos, mientras se escuchan lejanas las risas de los chicos.

Averías, pintoresquismo, placidez, romances frustrados y de los buenos, médicos inolvidables, políticos carismáticos y muchos más, fueron los condimentos de la vida pueblerina. ¡Que bien pudieron escapar de una obra de realismo mágico!

 

De otros aires…

Nosotros

que nos queremos tanto

Nosotros, que del amor hicimos

un sol maravilloso...

 El aire que renovaba el alma y curaba los cuerpos trajo a Córdoba a los necesitados de aliviar males, de los pulmones y del  espíritu. Los sensibles y los enfermos encontraron en la Villa curaciones físicas y esperanzas para el alma. Esto que parece un artilugio del  romanticismo, es apenas una verdad.

Muchas historias de la realidad se entrecruzaron en ese aspecto en nuestra tierra y,  María Ester con su relato, sumó un daguerrotipo descarnado de la vida de los enfermos que llegaban a la Villa: el de una casona que estaba en la esquina de Italia y 25 de Mayo.

¿Sería aquella la casa que se pierde en ciertos olvidos? ¿La de rejas, ventanales, algún vertedor de agua en los jardines y un  deslizarse, casi de fantasmas, entre los muros o las estatuas?

"Era una casa de descanso para los tuberculosos. Estaba adentro la casa, enorme. Y tenía un parque grande, porque la casa hacía esquina, Cuando éramos chicas, nos escapábamos para ver a los tuberculosos que paseaban, para verlos aunque había un gran temor a los tuberculosos. ... y vos los veías".

"De este lado", - María Ester señala hacia  la calle Italia - " paseaban los hombres, y del otro, por las calle 25 de mayo, chicas jóvenes. ¿Y sabés, después dónde los mirábamos? En la Iglesia. Las monjas, las hermanas del Huerto, les habían dado de aquel lado,  la nave izquierda del Templo".

En el misterioso giro de las miradas prohibidas nació un amor, entre tantos…"Ahí, la H.B. conoció a su novio tuberculoso. Era un médico, tucumano, de mucho dinero. Estaba acá y ella, yendo al centro, lo veía y se enamoraron. Y, no sé cómo, se encontraban".

"¡Se enteró el padre! Me acuerdo que la había agarrado a patadas y la había echado de la casa porque se había puesto de novia con un tuberculoso. La cuestión es que este chico se pone mal y lo llevan a Cosquín, a Santa María. ¡Pero el amor seguía entre ellos!".

Como en Romeo y Julieta, como en Tristán e Isolda, los amantes  siempre encuentran el corazón que se hace solidario. El cómplice sensible. Una tía, Enriqueta, la llevaba en auto a verlo. Cruzaban la serranía, sin juzgar pecados… ó viviendo en la aventura de la joven alguna frustración, un desengaño...?

En una de esas escapadas, la enamorada  invitó a María Ester y a otra amiga al viaje con su tía.

"Ibamos en el auto, en la parte de atrás, escondiditas. Y cuando llegamos a Ascochinga, dice la Enriqueta  que iba manejando: - ¿Pero qué le pasa a este auto?.  Y éramos nosotras que nos movíamos!"

"Pero lo mismo nos fuimos a Cosquín. ¡Nos retaba la Enriqueta! ... Llegamos a Cosquín y nos bajamos del auto. ¡Era un enamoramiento! Han estado como seis o siete años... ha sido el amor de su vida. Ahí, este hombre tenía de compañero al que hizo esa canción 'Nosotros', ese bolero...".

"Nosotros... que nos queremos tanto, debemos separarnos...", canta mientras recuerda que H.B. les había mostrado la canción con la letra que le había dado su amado.

A la distancia, la historia de amor de la niña de Jesús María y el enfermo tucumano, quedó en esas amigas como un culebrón con banda musical propia incluida. Aunque en ese tiempo fue una historia con una heroína real que debió enfrentar prejuicios y dolores.

¿Curiosas  coincidencias? Porque el autor de 'Nosotros' fue el cubano Pedro Junco, un romántico enamorado que…  murió de tuberculosis en Pinar del Río, y del que no hay pistas de que haya estado en Argentina.

Junco, al que podemos imaginar tan parecido a C.G., compuso y cantó 36 canciones negándose a que su voz fuera grabada.  "Nosotros" sigue conmoviendo porque, es la despedida en el umbral de la muerte. Y que se repite en cada pareja acosada por la renuncia inevitable.

La historia de "Nosotros", envuelta en leyendas,  fue llevada al cine en Méjico y su  inspiración fue un amor limpio de estudiantes. La musa era María Victoria Mora Morales, y la relación duró sólo dos años. Junco, tenía 20 años y sus pulmones heridos sin remedio. Murió en abril de 1943.

Pedro Vargas, el Tenor de América, cuya voz de ensueño contribuyó a tantos romances, la hizo famosa unos años después. Pero… no todos los amores, menos  los trágicos, tienen final feliz.

Así como Pedro Junco se despidió de María Victoria, nuestra  H.B. se llevó la mayor decepción de su vida el día en que, fiel y consecuente,  fue a visitar al amado y se encontró con que C.G. se había casado con una internada en el Hospital coscoíno!

"La cuestión es que la H.B. le daba respiración boca a boca, porque se estaba muriendo el muchacho", sigue su novela María Ester. "¡La dejó pagando!".

Quizás, era la única manera de cortar una relación condenada a muerte, aunque fuera la más dolorosa.

"Nosotros, que nos queremos tanto,

debemos separarnos,

no me preguntes más.

No es falta de cariño,

te quiero con el alma,

te juro que te adoro...

y en nombre de este amor

y por tu bien... te digo adiós".

Muchos amores se habrán llevado los curadores vientos de Jesús María tantos como los que nacen siempre renovando la vida.

Ahora, que las voces de los protagonistas populares nos han enseñado el misterio del daguerrotipo.

Ahora, que nos han  revelado hechos y memorias que a todos nos pertenecen,  tomemos esas voces para sentir  que somos  parte de la historia de Jesús María, porque podemos ser los llegadores.

Último momento
Te puede interesar
Lo más visto