Daguerrotipos.

NOTA XVIII. Fragmentos del libro homónimo, editado en septiembre de 2005 por la Municipalidad de Jesús María y el Ministerio de Gobierno, Coordinación y Políticas Regionales, incluido en el programa "Edición de Historias Populares Cordobesas". Un aporte para conocer más de nuestro pasado y entender el presente.

Historias 25 de mayo de 2020
Teléfono de 1920

“El daguerrotipo fue el primer proceso de fotografía práctica, inventado por el francés Louis Daguerre en 1839. Se trataba de una imagen positiva única (sin negativo), registrada sobre una placa de cobre pulida y plateada, que se emulsionaba con vapores de iodo y se revelaba con mercurio. El daguerrotipo tenía los laterales invertidos, como si nos miráramos en un espejo”.

Mensajes esperados…

En un concierto o una conferencia, el silencio respetuoso se interrumpe. La antipática grabación de una melodía, con supuesto aire clásico, irrumpe en cualquier lado. Es el teléfono celular, el móvil, el aparatito que no sabe de esperas. La urgencia de hablar en el instante lo que hasta hace unos años tenía otros tiempos.

Como otros tiempos tenían las comunicaciones en la villa:

"Teléfono no había. Por ejemplo, acá en el barrio, cuando yo era chica y joven, solamente una casa, que tenían unos camiones - la familia Agüero -, tenían teléfono."

La voz de Porota Torres remite a los tiempos en que  el ejercicio de la paciencia en las comunicaciones era normal.

"Entonces los dueños de los aparatos, lo prestaban o lo alquilaban. Había una pieza donde estaba el teléfono y vos pagabas la comunicación", 

"No había directo."  - En un mundo sin telediscado la empleada que receptaba el pedido de llamada, parecía la dueña del tiempo: una hora, cinco horas de demora, o más, según el destino y las circunstancias. 

"La operadora a la que se llamaba tenía que pedir a la central, y después te comunicaba. Y era caro".

Pero estaban las cartas. Las comerciales, las familiares o las de amor. Las que alguno todavía guardará amarillentas, con los restos de una flor seca y deshojada .

"Corrían más las cartas. Todo el mundo escribía. ... Y eran lentas."

"Y a veces llegaban y a veces se perdían."  Melancólica idea que nos remite a pensar cuantas palabras  habrán quedado perdidas, buscando dueños en andenes equivocados.

"Pero no era tan rápida, porque venía en tren la correspondencia. Po-dría haber sido diario, ¿no? porque había tantos trenes..."

"A las nueve, mandaban la correspondencia a Córdoba". " A las nueve", dice Porota, como si viera salir las sacas de cartas desde el andén de la estación.

 

Bajaditos del cielo.

Allá en el año 26, más o menos, ocurrió un hecho muy curioso: 

"Bajó un avión en la Estancia La Florida. Fue el primer avión que tocó tierra en Jesús María. pero bajó, o aterrizó, como le quieran llamar ustedes, por una falla que tenía el avión."

El eterno espíritu de aviador de Don Chicho Ártico, relata la historia con pasión.

"Una falla de hélice. Era un avión... piloto, copiloto, y tenía cuatro asientos atrás. Lo volaba un Coronel inglés de apellido Kingles, que había actuado en la Primera Guerra Mundial".

Y sí... Había varios que habían agarrado un avión y salieron a trotar por el mundo, a hacer vuelos de bautismo, todas esas cosas, ¿no?".

El segundo avión que llegó a Jesús María era piloteado por un sargento italiano, de apellido Bo, que años más tarde fue Comandante de la Fuerza Aérea Paraguaya.

"Ese avión quedo acá. Pero quedó como diez días, porque el piloto, el Kingles este, se tuvo que ir con la hélice a Buenos Aires, a hacerla reparar. Cuando volvió, el copiloto había quedado acá y se había hecho muy amigo de mi hermano, de mi hermano mayor".

"Yo tenía en aquel tiempo diez años, once. Cuando colocaron la hélice, ya cuando volvió, fueron a hacer un vuelo de prueba. Entonces le dicen a mi hermano: ¿Quiere subir usted?. Se subía atrás, que había dos asientos enfrentados, así, ¿no? ¡Sí!, le dice. ¿Lo puede llevar a mi hermanito? 

La misma ansiedad, la repetida emoción de Dante en aquel vuelo que para otros fue de prueba y para él de bautismo: "Sí, está bien, que suba. Y ahí debuté yo..."

 

Arrabal amargo…

A Borges, que  pintó tan bellamente el malevaje, el cuchillo y el arrabal de Buenos Aires, le hubiera gustado conocer la pequeña "arrabalería" que también tuvo la Villa .

Con el fervor propio de los que hoy lo dicen, Jesús Maria también tenía lugares peligrosos. No todo era idílico y rosado. Aires de cuchilleros y prepotentes soplaban por algunos barrios que antologan historias  de pasiones y venganzas.

Uno de ellos era el mentado Pueblo Nuevo, entre las calles Salta y Las Mercedes. Por ahí, paisano, no había que andar de noche!

Ni atreverse cerca del río, por donde ahora está la pasarela! Allí estaba la bajada de los carros que iban a buscar arena y había algunos personajes, torvos y pendencieros, a los que todos les temían. Esos de mirar torcido y que alguna historia oscura cargaban en su haber. 

Y la sombra de las casas viejas, sus ruinas... lindas, "para jugar sin miedo" como Elena o "para temblar" como Paula.

Como la de La Merced, la que es la  Casa de Caroya, "que en aquel tiempo era Jesús María". "Estaba sola, alejada del pueblo, en un despoblado al que se llegaba por un camino sobre el que no había casas".

"Semi abandonada, la capilla estaba destruida. Yo jugaba en esas ruinas" dice Elena. Paula "le temía a la señora inglesa que vivía en la casa. Toda arrugada. Ella ocupaba una habitación."

"También me daba miedo fuera de esa casa... Cuando ella salía a hacer las compras, a los negocios cercanos a la Estación, en el centro... No me gustaba... le temía." La dama inglesa, flemática, no se enteró nunca de los encontrados sentimientos que despertaba y no sabemos dónde la llevó la niebla del tiempo.

En la plaza de los eucaplitos no sólo había ramitas para dar sahumar la casa, o se llevaron toda la madera. También tuvo  sus historias con tiros y pasiones encontradas.

Allí  en el centro de esas dos medias manzanas de la plaza de los árboles robados al pueblo, estaba la balanza y  al frente  un almacén, un bar de un tal Sarnutti. Lugar de concurrencia de parroquianos habituales, de gente que se proveía de vituallas y también algún forastero.

Allí , casi como en la letra de un tango, lo mataron al  estanciero de apellido Tichen. 

"Guardia lo mató", sostiene Chicho y agrega entre celebradas risas "Porque en aquel tiempo era chiquito Jesús María, pero tenía sus novedades, ¿no?"

Andrés asiente, porque "así era Jesús María" y se van acordando de los Guardia.

Guardia era de una vieja familia de Jesús María, que vivía en la calle Italia.

A la balanza llegaban los camiones de la Estancia Santa Teresa, propiedad de Tichen, a pesar la leña. Artico comenta que "parece que hubo diferencias, y se reclama a tiros el asunto, ¿no?

Y ... "Guardia lo liquidó a Tichen".  Casi como en ese tango arrabalero… "lo mataron al pobre Contreras, recién llegadito… laraila, la, la…"

La fama de los entredichos y diferencias superó las fronteras de la Villa. Basta con ver las crónicas policiales del diario Los Principios, por ejemplo.

En 1923, por citar uno de los años de los que hablan la mayoría de los abuelos que registraron estos Daguerrotipos, Los Principios publicó una queja de los indignados y pacíficos  vecinos que no aceptaban estos modos de vida tan irreverentes y peligrosos. 

La persistencia del alboroto que de noche producen ciertos jóvenes con disparos de armas de fuego y "otras molestias" que inquietaban  al vecindario. 

El pueblo era un buen lugar, pero había que cuidarlo de los revoltosos.

Así fue que hizo su aparición el  famoso comisario Prandi. Una figura  legendaria. Montado en un caballo altísimo, dueño de una presencia que se imponía y, según mentas,  no conocedor del miedo.  

"Fue un tipo que puso mucho orden en Jesús María, porque Jesús Maria era media pesada en aquel tiempo, ¿eh? A pesar que había poca gente...", insiste Artico.

Hombre bravo y recto, de pocas palabras, de mucho hacer.  La imagen del Comisario parece estar presente cuando todos cuentan que en medio de las grescas aparecía montado en su imponente caballo y hasta el más pintado se achicaba. No existe la frontera en el recuerdo que se-pare la realidad del mito. Lo cierto es que, en la dimensión de las historias populares,  Prandi fue un justiciero que defendió la ley.

Los casos pasionales no faltaron en la Villa. Un caso policial muy sonado fue el asesinato del Maestro Suárez. Parece ser "que lo mató una mujer: La Turca Flores."

Así se la conocía a la mujer a la que algunos le adjudican la muerte del maestro. Claro... que su identidad no será revelada, y no por secreto de sumario, sino, de discreción.

Pero los relatos no coinciden en las causas que provocaron el hecho. 

"Creo que estaba noviando, y lo encontró... creo que sabía que tenía otra novia. Fue un drama pasional", 

 Otra versión es "que la chica estaba embarazada del docente y, como éste no quiso asumir la paternidad, lo esperó y lo mató de un balazo."

Según los relatos de algunos entrevistados, la despechada mujer pagó su culpa en la prisión donde murió tuberculosa... casi como la costurerita que dio aquel mal paso.

Ciertamente, las letras de los populares tangos, los radioteatros y los boleros han tenido siempre donde abrevar. Y Jesús María, al correr de tantas historias, ha pudo  dar argumento para muchos.

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