Y los empresarios creativos, ¿dónde están?

OPINION

Sociedad 22 de febrero de 2020
Feria del Camino Real

Colonia Caroya busca optimizar la eficacia de los recursos que el Gobierno nacional puso a disposición de la comunidad para garantizar el acceso de todos los pobladores a una alimentación básica, pero también para dinamizar la economía volcando dinero a los comerciantes minoristas y productores locales.

En Jesús María, en cambio, donde hay gobernantes que se arrogan ser empresarios creativos y emprendedores sin par, no se conoció aún una idea para apoyar a los almaceneros de barrio, que dejan sus contribuciones, y sus propios gastos, a nivel local, pero además están luchando para sobrevivir en un modelo de concentración económica sin precedentes.

Hay numerosos modelos a nivel nacional y en la misma provincia de Córdoba de cómo enfrentar a los denominados comercios de grandes superficies con compras comunitarias. Los supermercados de grandes cadenas también tributan, pero sus ganancias no vuelven a la localidad. Ni siquiera es su negocio principal la venta de alimentos.

Ni qué hablar de los productores de nuestra región, que podrían comercializar evitando intermediaciones que aumentan los precios. La Sociedad Rural también podría ocuparse de este tema, de facilitarles medios para que los vecinos coman con menos dinero y los frutihorticultores no tengan que resignarse a ver cómo sus producciones llegan a las góndolas a precios hasta más de diez veces superiores a los pagados en la quinta. ¿O no está en sus planes defender esta ruralidad y sólo trabajan para atacar a las retenciones?  

Así como les gusta aparecer en fotografías con el Gobernador y empresarios extranjeros, que sólo beneficiarán a sus propios negocios, sería muy importante que todos los conocimientos del mundo empresarial –de los que hacen gala- también sean puestos a disposición de la comunidad.

Todos los dirigentes que debieran involucrarse en el tema, como en Colonia Caroya, saben que un buen negocio depende de bajar costos y aumentar ingresos. Seguramente lo aplican  a sus economías personales, ¿no es aplicable para la ciudad?. Claro está, hay que ocuparse también de los que menos tienen. Y en esa categoría están incluidos los que no llegan a comprar alimentos y los almacenes de barrio.

Valga la reflexión para el Centro Comercial de Jesús María, que tampoco tuvo la reacción de sus colegas caroyenses.

Argentina contra el Hambre es un plan transversal a todos los gobiernos. Lo impulsa la Nación, pero provincias y municipios debieran comprometerse para buscar la manera de que sea más efectivo.

Ya que de Jesús María hablamos, cuando Eduardo Duhalde lanzó el Plan Jefes y Jefas de Hogar, el intendente Jorge Colombo (UCR) llevó adelante una implementación que fue modelo para muchos otros municipios, con un nivel de transparencia ejemplar. El mismo Intendente, cuando arreciaban los saqueos, negociaba canjes de soja -donada por productores- por legumbres secas, trigo, maíz molido, que incluían en bolsones reforzados para atacar la desnutrición. Hay antecedentes.

Quizá falta la humildad para preguntar y la empatía para reconocer los problemas de los que menos tienen.

Quizás, hace falta menos egoísmo político y pensar que no es una cuestión ideológica, sino humanitaria. Aún cuando no tengamos en la ciudad los niveles de pobreza de otros lugares, esta tarea debiera ser impostergable.

Por ahora, no está entre las 50 acciones para dar respuesta a las necesidades de los vecinos, un inventario de obviedades que compendia obras en la vía pública que todos los pobladores esperan que haga la Municipalidad. Curiosamente, entre esas 50 acciones no hay una sola del área social. Tendrán que aprender que no sólo de cemento vive el hombre.

Miguel O. Gramajo

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