Picat salió del closet: se autopercibe y actúa como libertario, y milita el ajuste a los jubilados

Su movida los privó de módicos 15.000 pesos, en nombre del déficit cero. En paralelo, avala más plata para la Side, el blanqueo a evasores y que los ricos no paguen Bienes Personales. Lo quieren echar de la UCR, un partido al que hace rato (en la práctica) no pertenece.

17 de septiembre de 2024 Rubén Curto
Luis Picat

Jesús María. El diputado nacional jesusmariense Luis Picat fue y sigue siendo noticia nacional por un caso singular de transfuguismo político, en lo que constituye acaso su acción más saliente en los nueve meses que lleva en su banca.

Ahora el caso giró a la comidilla interna del partido, a la que son tan afectos en la UCR, que dispuso su suspensión temporaria por inconducta. Pero eso es absolutamente secundario frente a la cuestión de fondo, que se resume en tres aristas.

En primer término, el panquequismo se empezó a cocinar en su salsa desde el mismo momento en que Picat y otros pares radicales elaboraron un proyecto de ley para movilidad jubilatoria, se pusieron al frente de una coalición legislativa para impulsarlo, lo votaron…. y dos meses después se dieron vuelta y votaron en contra de su propia iniciativa para consolidar el veto del presidente Javier Milei, que opinaba lo contrario que ellos. ¿Se entiende? Votaron en contra de sí mismos para tributar a un tercero. De película.

En segundo lugar, el diputado oriundo de Jesús María se abrió de la posición mayoritaria de su bloque y hasta votó diferente a su referente político en Córdoba, Rodrigo de Loredo, salvo, claro está, que haya habido un acuerdo entre ambos para aportarle a Milei solo los votos necesarios y suficientes para voltear la movilidad jubilatoria. Algo así como uno jugando el rol de policía bueno y el otro el de policía malo, un recurso muy utilizado en política.

Picat traicionó su propio voto inicial, traicionó a su partido, pero especialmente a los jubilados, a quienes les generó, junto con la UCR, una expectativa de mejora salarial que luego les quitaron como quien le saca el chupete a un niño y lo deja llorando.

Aclaración imprescindible: no se trataba de una recomposición de haberes que llevara a los jubilados a un nivel de bienestar superlativo. No. Eran apenas $15.000 pesos para cada uno de ellos, que venían a atenuar mínimamente (muuuuuy mínimamente) el impacto de brutal ajuste al que fueron sometidos desde diciembre pasado, devaluación e inflación mediante.

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¿De qué se ríen?

Hasta en las formas, la voltereta de Picat dejó pasmados a todos. No fue una actitud sigilosa o culposa, de quien se reconoce que está borrando con el codo lo que escribió con la mano. Nada que ver.

El cambio de trinchera se dio en la Casa Rosada, mano a mano con el Presidente, y coronado con una selfie sonriente, donde cinco diputados radicales ofrendaban a Milei el trofeo de haber bolsiqueado a los jubilados.

El politólogo Mario Riorda lo registró con lucidez en su cuenta de Twiter.  “¿Por qué reirían por lograr un veto a la fórmula jubilatoria? Aún considerando sus argumentos fiscales ¿por qué celebrarían en un tema tan sensible? ¿Por qué la alegría de diputados conversos que quedarán sospechados públicamente?”, escribió.

El que no se privó de intentar una respuesta a ese interrogante fue el propio presidente de la UCR, Martín Lousteau, quien calificó de “bochornosa” la actitud de sus correligionarios y sugirió sin vueltas que hubo a cambio de esos votos favores de distinto tipo.

Una vez más, el Presidente que supuestamente venía a terminar con la casta, apelando a métodos de la casta (compra de votos), con diputados perfil casta (que cambian de postura en cinco minutos).

Otra interpretación posible es que esas sonrisas no hacen más que ir en sintonía con el decálogo de crueldad oficial, que celebra despidos en el Estado, que discrimina a minorías y que ataca a todos con un ejército de trolls pagos.

Yo te avisé

Pese a todo lo dicho, el cambio de postura de Picat solo sorprende por los escasos dos meses que transcurrieron entre su voto positivo y su voto negativo, sin que entre medio hayan cambiado en nada en las condiciones que impulsaron la idea de movilidad jubilatoria.

Por lo demás, en cuanto a su posicionamiento político e ideológico, el Picat auténtico es el del voto negativo. Siempre hubo una contradicción escondida entre discurso y práctica, con las banderas históricas del radicalismo. No más boina blanca, su señoría.

El diputado es un liberal, culposo, pero liberal al fin. Él cree en lo que postula Milei, no en lo que plantea la UCR. Hace años que está atrapado en el partido equivocado. Pretende e idealiza una UCR que no es y que no representa sus intereses.

“Estamos defendiendo el mismo plan de gobierno que propusimos”, dijo en la semana, aludiendo a la presencia en el Gobierno de Patricia Bullrich, ex candidata a Presidente, y referente suyo.

¿Hace falta recordar que Bullrich terminó tercera en la elección presidencial y que, en consecuencia, Picat fue puesto por la ciudadanía en una banca con mandato de oposición?

A poco de iniciado el gobierno de Milei, Picat empezó a dar señales de su inminente conversión. Militó con ganas el mega DNU y la Ley Bases. Y ya a mediados de febrero avisaba que estaba cómodo con el Presidente, casi como un leoncito libertario más (ver https://bitly.nz/ByjWu).

Picat con Milei 2

Todo para los ricos

El principal argumento de Picat para fundamentar su NO a los jubilados, fue que si se concedía esa mejora de $15.000 se ponía en jaque el equilibrio fiscal, bandera suprema de Milei.

Según prestigiosos economistas de distinto palo ideológico (incluidos varios liberales) y también la propia Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación, esa abortada asignación de fondos a los jubilados implicaba apenas un 0,4% del PBI (Producto Bruto Interno). O sea que la mínima “caricia” al bolsillo de los viejitos casi no movía la aguja en “el ajuste más grande de la historia”, como llama el presidente Milei a sus recortes hechos a fuerza de motosierra.

Pero, además, hay otro elemento que no se pone en la balanza para dimensionar correctamente el garrotazo a los jubilados. Un tercio del ajuste fue soportado por los haberes jubilatorios. Sí, a ese ajuste que supuestamente iba a pagar la casta, lo pagaron los jubilados. Y cuando se les iba a restituir una mínima parte, casi simbólica, la panquequeada de Picat y otros radicales lo impidió.

Por último, al déficit cero se puede llegar de diversas formas, recortando gastos o aumentando ingresos. El Gobierno eligió la primera variante y lo hizo con los más débiles. Al mismo tiempo que clavó el hacha en las jubilaciones y repuso Impuesto a las Ganancias a los trabajadores, lanzó un generoso blanqueo en favor de evasores y fugadores de dinero y casi eliminó el impuesto a los Bienes Personales, que lo pagan las 800.000 personas más ricas del país.

Y la frutilla del postre: aumentó en $100 mil millones el presupuesto de la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) para financiar el aparato de difamadores libertarios en redes sociales. Espías sí, jubilaciones no, parece ser la consigna

Cada decisión de Gobierno tiene ganadores y perdedores. Lamentablemente los jubilados pierden casi siempre, esta vez por votos como el del agrodiputado Picat. Es el alto costo de aquella sonriente foto en la Casa Rosada.

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