A 40 años del crimen de Emilio Naum, víctima del "clan Puccio"

El empresario que había nacido en Jesús María fue ultimado en su propio auto, cuando se resistió al intento de secuestro por parte de la banda que integraban Arquímedes Puccio y sus hijos.

Historias 22 de junio de 2024 Ariel Roggio Ariel Roggio
emilio naum

Este 22 de junio se cumplen 40 años del crimen del empresario nacido en Jesús María, Emilio Naum. 

En la historia policial argentina, su nombre quedará marcado muy por encima de otras víctimas porque fue ultimado por el “Clan Puccio”, que lideraba Arquímedes, sus hijos y otros cómplices.

Entre 2014, con la proyección de una serie televisiva y 2015 con el estreno de la película protagonizada por Guillermo Francella, que personificó a Arquímedes, que las nuevas generaciones conocieron lo que ocurrió entre 1982 y 1985 con los secuestros y crímenes organizados desde una lujosa casa de San Isidro, Zona Norte de Buenos Aires. 

Naum nació el 25 de septiembre de 1949 y se crió en Jesús María hasta los años de su juventud, cuando partió a Buenos Aires junto a su padre, Esteban Juan -conocido como Emilio-, y sus hermanas Graciela, Olga y Cristina.

En la Capital del país, “Milo” fue uno de los referentes de la moda más importantes de esa época desde su sastrería Mc Taylor, su zapatería Mc Shoes y su perfumería.

Cuando el clan Puccio lo asesinó tenía 38 años, estaba casado y tenía dos hijas.

 

El secuestro que se fue de las manos.

Con la llegada de la Democracia, las palabras “Nunca Más” llevaron algo de tranquilidad a los vecinos del rico barrio porteño, aún cuando los dos crímenes anteriores seguían impunes.

El 22 de junio de 1984, en el barrio de Palermo, apareció el cuerpo sin vida de Emilio Naum, sentado en la butaca de su BMW, tenía una soga al cuello y dos disparos de arma de fuego en la nuca.

El empresario se dirigía a su trabajo, como todos los días.

A Puccio lo conocía porque le había comprado el local donde “Milo” había montado Mc Taylor.

En pleno “Rodrigazo”, Naum había hecho un excelente negocio con esa operación inmobiliaria.

Arquímedes conocía sus movimientos cotidianos y esperó un día cualquiera para secuestrarlo.

Le hizo señas pidiéndole auxilio y cuando frenó  subió al auto con otras personas.

Después de charlar sobre negocios, Emilio les preguntó para dónde iban y el jefe del clan le espetó sin vueltas: “Paremos de hablar boludeces, te vamos a secuestrar”. 

El empresario frenó de golpe, comenzó un forcejeo y se defendió como pudo. 

Intentaron amordazarlo y atarlo con cadenas y precintos. 

Alcanzó a pedir socorro: “Ayuda, me matan”, gritó. 

Una mujer lo oyó y lo atestiguó luego en la investigación. 

Pero de inmediato se acercaron el coronel retirado del Ejército Rodolfo Franco y Roberto Díaz, dos secuaces más, que venían atrás en un Ford Falcon y lo remataron con un disparo en el pecho provocándole la muerte. 

Arquímedes limpió las huellas y los cuatro terminaron huyendo en el Falcon.

 

Perseguir a la viuda. 

Pero la banda fue por más: empezar a seguir a la viuda Alicia Betti, que sufrió numerosos asaltos en los negocios de Naum y le pidieron 350 mil dólares por una incomprobable deuda de su marido.

Los investigadores le pidieron que siga el juego de los extorsionadores y pactaron la entrega en una estación de servicio.

Creían que los asesinos de Emilio estaban detrás de este cobro que no pudieron pedir porque el secuestro terminó el crimen.

Sin embargo, no apareció nadie. Alguien advirtió a Arquímedes de la maniobra para cazarlo y decidió abortar el operativo. 

Luego se comprobó por declaraciones de sus propios cómplices en el expediente que era él mismo Puccio quien hacía las llamadas.

La mujer y las hijas de Naum se fueron a Río de Janeiro, donde siguió el calvario, hasta que decidieron volver esperando justicia.

 

La caída del clan.

Como si nada hubiese pasado, los Puccio fueron por su cuarta víctima en 1985: la empresaria Nélida Bollini de Prado.

Estuvo 32 días secuestrada en el sótano en la vivienda de los Puccio y, como las anteriores víctimas, tenía destino de muerte después de la llegada del rescate.

Sin embargo, se cree que El Clan perdió el respaldo que sus protectores por desobedecer algunas directivas respecto al último secuestro.

Arquímedes había formado parte de la Triple A y caída la dictadura militar su negocio fue continuar con los secuestros extorsivos con la complicidad policial, militar y política.

El 23 de agosto de 1985 -acaban de cumplirse tres décadas-, la Jueza María Romilda Servini de Cubría ordenó la detención de la familia.

Ese día, Arquímides y Guillermo Fernandez Laborde fueron a pactar por teléfono -en una estación de servicio- el pago del rescate de Nélida Bollini.

Cayeron junto con Alejandro Puccio (el rugbier), el coronel Rodolfo Victoriano Franco, Roberto Díaz, Gustavo Contepomi y el albañil Herculeano Vilca. Esedía, fue rescatada la muje que tenían escondida en un sótano.

Después de reunir todas las pruebas, se confirmó que habían matado a Manoukian, Aulet (las dos primeras víctimas) y Naum.

Quién le disparó al empresario jesusmariense fue Fernández Laborde, que purgó una condena de 21 años de prisión y cuando recuperó la libertad fue detenido por estafar, con identidades falsas, a bancos del microcentro porteño a los que les solicitaba créditos.

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