Daguerrotipos.

NOTA XV. Fragmentos del libro homónimo, editado en septiembre de 2005 por la Municipalidad de Jesús María y el Ministerio de Gobierno, Coordinación y Políticas Regionales, incluido en el programa "Edición de Historias Populares Cordobesas". Un aporte para conocer más de nuestro pasado y entender el presente.

Historias 21 de mayo de 2020
Postal de la Iglesia de San isidro

“El daguerrotipo fue el primer proceso de fotografía práctica, inventado por el francés Louis Daguerre en 1839. Se trataba de una imagen positiva única (sin negativo), registrada sobre una placa de cobre pulida y plateada, que se emulsionaba con vapores de iodo y se revelaba con mercurio. El daguerrotipo tenía los laterales invertidos, como si nos miráramos en un espejo”.

... Los catorce...

"Yo me acuerdo que terminé cuando tenía cerca de 12 años, y entonces tendría que haber esperado a los catorce para entrar a la secundaria. Fue justo cuando nos vinimos a vivir acá, a Jesús María".

Suave como siempre Paula Berezín habla de resignación sin nombrarla. Ciertas cosas no son posibles, menos en tiempos difíciles.

"Sí, vinimos a Jesús María y mi papá tuvo que comprar un molino. Tenía que ponerme pupila en Córdoba  porque no había secundario acá. Entonces, mi papá me dice: Mirá, no se puede, porque hay que comprar un molino y ... hay que pagarlo".

¿Alguna vez, al reflejarse en sus ojos suizos, el molino argentino le habrá costado una lágrima?

Así es, catorce años era la edad  requerida para ingresar a primer año, y se creaban situaciones como la de Paula. Muchos estudiantes perdieron un sueño, algunos pudieron "entrar al sistema". Ergo: ya la educación no era para todos.

Elena recuerda que "Porota Torres para entrar a primer año fue a verlo a Don Pedro Frías. Dos de mis compañeras tuvieron que pedir orden al Ministerio. La otra era Nena Casal de Boria".

(Tal vez sea propicio reflexionar ahora sobre las variadas causas de la deserción escolar que nos aqueja como país actualmente).

“De ese grupo nos recibimos Porota Torres, Nena Casal, Tuta Reyna y Reyna González. Pero claro, nos recibimos en Córdoba"

Tomando distancia en el tiempo, razona: "Pero que pasaba. En Córdoba estaba solamente el Normal, el Carbó, y las monjas ponían el colegio adscripto que le llamaban. Entonces cuando estábamos en primero y segundo año venían del Carbó a tomarnos examen cuatrimestral escrito".

"Por más que tuviéramos diez con nuestra profesora, la que valía era esa otra nota. Las prácticas se daban en el Normal. Las monjas nos ponían todo el material".

Viajar a Córdoba por aquel  tiempo era... algo más complicado que ahora:"de mis compañeras muchas no tenían dónde quedarse en la ciudad y viajaban en el cochemotor".

Pero muchos estudiantes usaron el ómnibus: ""Era el primer año que pusieron la línea que iba a Córdoba. Primero o segundo año, porque yo empecé a viajar en el año 36. Iba al Colegio del Huerto, en Códoba."  La protagonista en este caso es Porota que comenta sin dudar: "Era caro. El primer año valía 22 pesos el abono. En ese tiempo... 22 pesos... Y teníamos que pagar el colegio. Cobraban 15 pesos los primeros años, y después cobraban 20, tercero y cuero. Por mes..."

Además del costo y la hora y media de duración, el viaje tenía sus vicisitudes: "Nosotros salíamos a las cinco y media de la mañana. Había que ir a esperar el ómnibus, y eran unos ómnibus horribles. Alguno te tocaba bueno, pero había otros que iban al Norte que eran terribles".

Las primarias seguían generando  candidatos a la secundaria y la población estudiantil viajera entre Jesús María y Córdoba crecía. A la par que crecían las necesidades y demandas.

"Después éramos tantos los que estudiábamos en ese año, eran chicos y chicas que iban al Monserrat, o al secundario, el Manuel Belgrano, o al otro, al Provincial, cómo se llama... bueno, no me acuerdo. Era un grupo que se formaba con treinta chicos y chicas y pidieron los padres, hicieron nota... Porque primero se llamaba La Veloz, que tenía una avestruz dibujada... Entonces hicieron una nota los padres pidiendo un horario, porque si no íbamos paradas casi todos los días. Y a la vuelta, llegábamos a las tres de la tarde a almorzar acá. Así nos pusieron un ómnibus especial para nosotros. La Terminal, estaba más allá de la Plaza Vélez Sarsfield".

El cursado de esa secundaria les daba título de maestra. Ya en segundo año se hacían prácticas frente a los alumnos, dos días por semana, de dos horas de duración. Después, la práctica bajo la celosa observación y evaluación  de la maestra del grado, era durante una semana seguida. Había nivel de exigencia y había trabajo responsable. Fueron de las primeras camadas de docentes nacidas en Jesús María.

Las carreras eran numerosas y las tradicionales estaban todas:

"Yo, por ejemplo, iba  a la Universidad. Un año me anoté, porque había que rendir ingreso, para hacer el Profesorado de Historia. Pero después, enseguida me dieron puestos, me dieron suplencias, y ya no tenía tiempo. Por ejemplo Psicología no se oía. Muy pocos estudiaban esa carrera. Psicología ha sido después. Había escuelas de Comercio,que salían Tenedoras de Libros. Entonces la gente que tenía comercio prefería al que tenía título, al Tenedor de Libros. Estudiaban Contabilidad".

Alfredo Naum corrobora ésto recordando que su hermano Alejandro se recibió de Tenedor de Libros por Correspondencia. ¡Toda una manifestación de constancia rsponsable! Y, era él quien manejaba las finanzas de la próspera empresa familiar que había iniciado Don Seba Naum junto a sus hijos.

Allá... por Los Callejones: La Vocación.

"Corría una acequia por la calle Estrada, había que cruzarla para ir a estudiar a la Casa de las Señoritas Olmos.  Ellas eran ... tres o cuatro, creo que una era monja. Eran muy católicas!"  Dice Elena como si contara un cuento.

"Eran seis niñas hermanas" - agrega luego Porota - " y se entraron ca-si todas de monjas".

"Las que teníamos un peso por mes, podíamos ir a primer grado a lo de las niñas Olmos. Como era una enseñanza personalizada, éramos cuatro o cinco nomás,  cuando venías a la Graduada, te ponían en Superior directamente. Ya sabías multiplicar, restar, sumar... Perfectamente. Y estas señoritas Olmos no eran maestras. Tenían vocación."  

Elena sigue el relato cargado de  melancolía,  respeto y admiración, sin olvidar la magia de la infancia.

"La casa estaba en la Miguel Juárez, a la que llamaban Los Callejones. Era una calle que iba a Ascochinga, pero toda con sauces. Y a la orilla iba la acequia. Así que nosotras íbamos por ahí... "

De su mano vamos todos por Los Callejones a buscar a las niñas Olmos, para hacernos dueños de… tanta cosas!

"Y nos caíamos en la acequia porque jugábamos con el sauce, y a veces se cortaba ... y volvíamos todos embarrados..."

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