Tras casi 65 años, cerró el Kiosco de Amanda

El tradicional local de calle Tucumán al 600 cesó su actividad para siempre. “Se termina un ciclo de tres generaciones; a los clientes, muchas gracias”, dijo la hija.

Sociedad 12 de marzo de 2023 Natalia Balverdi
Kiosco de Amanda

Jesús María. A más de 63 años de la inauguración del histórico Kiosco de Amanda, ubicado en calle Tucumán 619, de esta ciudad, el reconocido local comercial cerró sus puertas. 

Se trató de una decisión de Estela Nadaya, hija de Amanda Molina, propietaria original del local que llevaba su nombre, aunque nadie recuerda jamás que haya tenido un cartel que hiciera alusión al mismo. 

“Siempre le dijeron el kiosco o el bar de Amanda porque en una época tenían un bar; también fue juguetería”, contó Estela.

“Mi madre, hace más de 63 años que puso al kiosco, aunque no aquí, al lado; y después se trasladaron acá”, añadió.

Estela tiene 63 años. Remarca que ella aún no había nacido cuando el ahora recordado comercio ya existía.

La hija de Amanda asegura que el cierre del local no fue una decisión por capricho, sino por la imposibilidad de llevar adelante el comercio que consumía las horas de su madre, y por hacer valer el pedido de Amanda, poco tiempo antes de fallecer, hace cinco años. 

“Dijimos ‘se termina un ciclo’ porque yo ya no lo puedo cuidar y mi hija tampoco; entonces, decidimos cambiar: que ella haga su vida y alquilar el local”, recordó.

Tiempo antes de partir, la madre le había advertido sobre el tema: “Le hice caso porque ella, en un momento que estaba mal, me dijo ‘cuando yo me muera, dale de baja y hagan su vida’. Lo mantuvimos cinco años y hoy le hacemos caso a mamá”. 

Así, a principios de este año, el Kiosco de Amanda bajó la persiana y sólo en el recuerdo de los contemporáneos queda la imagen de aquel histórico local que vendía desde golosinas hasta cordones para zapatillas, y vio pasar el progreso de la ciudad durante más de medio siglo. 

 

Los recuerdos del centro.

Probablemente, corría la década del ‘50 cuando el Kiosco de Amanda inauguraba en la calle Tucumán de Jesús María, una localidad que, por aquel entonces, ni siquiera pensaba en ser “la capital de la doma y el folklore”.

“En aquel entonces, mi mamá recién se casaba con mi papá, Héctor, y necesitaba trabajar; como estaba la Terminal de Omnibus acá, puso un kiosquito en un local que era más chiquito que esto -dice señalando una parte del último recinto del kiosco- y después se construyó el resto y ella se trasladó”, rememora. 

Estela asegura que a su madre siempre le gustó atender su kiosco y que siempre se dedicó a la venta de dulces, incluso, junto a su flamante esposo, aprovechando las oportunidades que traería la Terminal en aquella ubicación.

“Recuerdo a mi madre y mi padre vendiendo helado en los ómnibus; los armaban ellos: se elaboraba con un aparatito la galleta, la oblea, y le colocaban el heladito encima. Lo presentaban en una servilletita porque en esa época no venían como los bombones y cucuruchos de ahora”, describe cual postal de época. 

De aquellos tiempos, Estela asegura tener los mejores recuerdos “porque éramos todos conocidos. Había una parada de taxis aquí, así que me acuerdo de los choferes que nos llevaban al colegio y luego nos iban a buscar porque éramos todos como una familia. Después los tiempos cambiaron, ellos se murieron o se jubilaron y hubo un cambio de generación”. 

Estela cerró con la despedida: “A los clientes, muchas gracias. Tres generaciones han pasado. A mi madre la han querido mucho y ella a ellos”.

12-03-2023

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