Los Ulla: Familia de “MaTadores”

Son de Jesús María y no hay quién no conozca su devoción por la “T”. Hablan del Club de Barrio Jardín y lloran de emoción.

Deporte 08 de mayo de 2022 Natalia Balverdi

Jesús María. Federico, Ángeles y Pía son tres de los cuatro hermanos Ulla -Gonzalo está en España y divide su corazón “matador” con el xeneize-, hijos de Leticia Italia y el “matador” Nº 1 de la familia: Roberto Pascual. 

Talleres es “aguante”, dice Roberto. Pía agrega que “es pasión, es amor, más allá de un sentimiento”; Federico la interrumpe para decir que “es un estilo de vida”; y “Angie” completa la definición exclamando que “es parte de nuestra vida”.  

Los Ulla aman a Talleres y llegan hasta las lágrimas recordando el momento del ascenso, la disfonía, los abrazos y la necesidad de llegar a la plaza, como cuenta el padre de familia.

 

Los inicios.

Roberto Pascual Ulla es de Sacanta, Departamento San Justo, y de pequeño se reconocía seguidor del club de su pueblo pero, llegada la adolescencia, empezó a escuchar fútbol de Córdoba y... “me identifiqué con Talleres”, dijo sin rodeos, a pesar de estar rodeado de hinchas de Belgrano, San Lorenzo, Boca e Independiente. 

En el ’77 fue por primera vez a ver a “La T”, cuando iba a la casa de su abuela en Córdoba: “Fue contra Instituto en el Monumental de Alta Córdoba. Fui solo. En esa época te entreverabas en las tribunas”.

 

El legado “matador”.

Por otro lado, los primeros recuerdos de Fede, Angie y Pía son delante de un pequeño televisor donde “Pascual” veía los partidos. Pía cuenta: “Me acuerdo que lo veía a mi papá sentado en la punta de la cama y le preguntaba cuáles éramos nosotros”.

Los años pasaron y esa curiosidad se transformó en devoción de la mano de Federico, heredero albiazul, comprometido con Cecilia García -confesa fanática de “La T”, igual que él-, quien tiene mente de computadora y recuerda fechas, encuentros, lugares y resultados, como almanaque.

A la pregunta: “¿Qué fue lo más loco que hiciste por Talleres?” aparece una catarata de respuestas: Federico asegura haberse ausentado algún Día de la Madre y hasta haber ido a la cancha en un post operatorio de amígdalas; Roberto recuerda viajes de más de 10 horas; Pía, el haber ido a la cancha con muletas o correr kilómetros para llegar al estadio; y Angie, el hacer respetar su salida semanal, mientras su hija Fausti queda al cuidado de sus abuelas o su papá, Mariano.

 

Tradición familiar

Quizá Talleres es la excusa, el folklore del encuentro. Lo cierto es que la tradición de los Ulla tiene que ver con el compartir: preparar la conservadora, la picada, el fernet, llegar primeros al estacionamiento de la cancha y ubicarse siempre en la misma esquinita.

Así, la historia que empezó como una taba del destino para Roberto alcanzó el corazón de Federico cuando rememora aquel 1995 frente a San Martín de Tucumán y rebota en “Las chicas cábala”, como llamaban a Angie y Pía cuando pudieron pisar suelo matador por primera vez, a sus 18 o 19 años.  

“Talleres es una familia”, dijeron varias veces, sin darse cuenta de que ellos... son Talleres.

08-05-2022

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