Deja las aulas el preceptor de varias generaciones.

Jesús María. Para Daniel “Piri” Ramallo se cumplió una etapa. Le dedicó 43 años de su vida al trabajo como preceptor en dos colegios de la zona y durante estos días se despide de su cargo para acogerse a la jubilación.

Empezó cumpliendo el rol de celador en el Seminario Menor, de donde egresó, y en 1988 se incorporó al IPET 23 -hoy IPETyM 69 Juana Manso de Noronha- donde se desempeña hasta la actualidad.

Según cuentan alumnos que lo conocieron como preceptor,  “Piri” siempre se caracterizó por “la buena onda y el buen trato”. Eso lo llevó a ganarse el cariño de la mayoría de los estudiantes que, actualmente, cursan o de aquellos que pasaron en algún momento por la escuela Técnica.

“Seguimos dando lo último, cuesta despegarse porque esta escuela es como mi otra casa para mí”, expresó “Piri”, en la previa de una despedida sorpresa que le organizaron sus compañeros este martes, en el colegio.

En relación al comportamiento de las diferentes generaciones, aseguró que en sus comienzos como preceptor “eran menos alumnos y era muy importante la colaboración de los papás, que nos apoyaban mucho en las decisiones que se tomaban.Ahora es un trabajo que cuesta un poco más por el contexto social”.

Daniel se retira del establecimiento pero, asegura, guarda en su memoria  innumerables anécdotas vividas con estudiantes y profesores. Entre ellas, recordó cuando en ocasiones se convertía en encubridor de las picardías de los alumnos, por ejemplo, cuando alguno se escondía en el baño para ausentarse de clases y luego le hacía creer al profesor  de turno que estaba descompuesto.

Esta sería su última semana en el IPETyM 69, aunque confesó que le es difícil desvincularse por completo de la comunidad educativa.

El preceptor Ramallo es de esas personas que dejan huellas y marcó a varias generaciones que lo recuerdan de la mejor manera.

09-08-2017