200 años escondiéndonos a Manuel Belgrano.

Por Mariano Saravia.

Historias 20 de junio de 2020
Monumento a Belgrano en Sinsacate

Un día como hoy, de hace 200 años, moría Manuel Belgrano.

¿El creador de la Bandera?

Mucho más que eso. Nos han mostrado siempre un Belgrano tibio, timorato, que lo único que hizo fue crear la Bandera, y encima con esa estupidez de que “miró el cielo y se inspiró”. Una verdadera falta de respeto a nuestros niños y niñas, y a los adultos también.

¿No fue así?

Obviamente que no. Hay una explicación mucho más interesante. La Revolución de Mayo no fue una revolución antiespañola sino una revolución antiabsolutista. La Primera Junta juró por Fernando VII, el legítimo rey de España, preso de Napoleón Bonaparte. Lo mismo las otras Juntas que se forman en Bogotá, Caracas, Santiago. Eso es lo que se dio en llamar “la máscara de Fernando VII”, una supuesta fidelidad al “Deseado”, del cual se suponía sería también un rey constitucionalista y antiabsolutista. De ahí los colores celeste y blanco de la bandera, que son los colores de los Borbones.

¿Y por qué crea una bandera Belgrano? ¿No podíamos seguir con la bandera española?

En realidad, estando Belgrano en las márgenes del Paraná para contener los embates realistas que venían desde la Banda Oriental (en manos realistas por la traición de Buenos Aires a Artigas), plantea la necesidad de un distintivo que diferenciase a sus hombres del enemigo, porque hasta ese momento seguíamos luchando con los colores de ellos y eso le parecía absurdo. Esto sucedió a principios de 1812, en la villa de Rosario. El Triunvirato le dio permiso para implementar una escarapela, “y que sea celeste y blanca”. Pero Belgrano fue más allá y el 27 de febrero enarboló una bandera con esos colores, y la hizo jurar por sus soldados en las baterías Independencia y Libertad, especies de fuertes sobre el Río Paraná.

¿Cuál fue la reacción del Triunvirato?

Justo el Triunvirato envió a Belgrano a hacerse cargo del Ejército del Norte, después del desastre de Huaqui de tres meses antes. Enterado Rivadavia, el secretario y monje negro de ese Primer Triunvirato, de la Bandera de Belgrano, se enfureció y envió otra carta ordenándole deshacerla. Pero esa carta llegó a Rosario cuando Belgrano ya no estaba ahí, se había puesto en marcha hacia el Norte. Ya en Jujuy, Belgrano volvió a sacar la Bandera para el 25 de Mayo, segundo aniversario de la Revolución. Enterado Rivadavia, envió una diatriba aún mayor, y Belgrano respondió: “La desharé para que no haya ni memoria de ella. Si acaso me preguntan responderé que se reserva para el día de una gran victoria y como está muy lejos, todos la habrán olvidado”. Belgrano está desgarrado.

¿Siempre se llevó mal con Rivadavia?

Fueron enemigos políticos, porque Rivadavia era un agente de los intereses británicos en el Río de la Plata. Luego del Éxodo Jujeño, ordenó a Belgrano que bajara hasta Córdoba. Y Belgrano le volvió a desobedecer presentando batalla en Tucumán, el 24 de septiembre de ese mismo año 1812. Ahí Belgrano salva la Revolución, pues hubiera sido un desastre retroceder hasta Córdoba, por entonces la cuna de la contrarrevolución.

¿Y cuándo fue el bautismo de fuego de la Bandera Argentina?

Recién en la Batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813. Por lo cual, hay otra gran falacia que siguen cantando nuestros niños y niñas en todos los actos escolares: “Y llena de orgullo y bizarría a San Lorenzo se dirigió inmortal”. Eso no es cierto, ya que la Batalla de San Lorenzo fue el 3 de febrero de 1813, 17 días antes que el verdadero bautismo de fuego que fue en Salta. En la misma Marcha a la Bandera, hay otra gran falacia (por no decir mentira), cuando dice: “Cuando altiva en la lucha y victoriosa, la cima de los Andes escaló”. La Bandera Argentina, así como no estuvo en San Lorenzo, tampoco estuvo en el Cruce de Los Andes, pues San Martín sabía que ese era un ejército libertador y no conquistador y, por lo tanto, no podía llegar a Chile con la bandera de otro país. Por eso, usó la Bandera de Los Andes.

¿O sea que Belgrano ganó en Tucumán y en Salta? ¿No fue tan malo como militar?

A pesar de que no tenía instrucción militar, Belgrano fue quien logró los dos mayores triunfos en el territorio de lo que hoy es Argentina: las batallas de Tucumán y Salta. De él, San Martín dijo: “Belgrano no será un Napoleón Bonaparte, pero es lo mejor que tenemos en Sudamérica”.

¿Cómo era la Bandera Argentina que creó Belgrano?

Hay varias versiones, según distintos historiadores. Algunos dicen que era de dos franjas horizontales, blanca arriba y celeste abajo. Otros dicen que eran dos franjas verticales, blanca del lado del asta y celeste del otro lado. Y otros dicen que era de tres franjas horizontales, blanca, celeste al medio y blanca. Fue evolucionando con el tiempo y en 1818 el Congreso le agregó el sol en el centro.

 

¿Esto es todo lo que conmemoramos hoy, 20 de junio?

Conmemoramos la Bandera de Belgrano, pero siempre recordemos que es sólo un símbolo, un símbolo de “las banderas” de Belgrano, que son la producción nacional, el mercado interno, el trabajo garantizado para todos, la reivindicación de las mujeres y de los pueblos originarios, el reparto democrático de la tierra, el cuidado de nuestros niños y niñas, y de la ecología, entre otras. Esas son “las banderas” de Belgrano, representadas por el símbolo celeste y blanco.

¿Entonces Belgrano fue mucho más que el mero creador del símbolo patrio?

Claro, lo que pasa es que el poder real le tiene miedo a Belgrano, y por eso lo han rebajado a mero creador de la Bandera. Y se inventaron ese Belgrano tibio y timorato. Pero la realidad es que Belgrano fue abogado, educador, periodista, economista y, cuando tuvo que ser militar, también lo fue.

¿Y qué fue lo mejor que hizo?

Belgrano era brillante. Junto con Mariano Moreno eran los más lúcidos de la Revolución de Mayo. Deberían haber conducido política e ideológicamente esa revolución. Pero no fue así.

Su mejor faceta fue la de economista.

Fue un gran productivista. Hoy, que la Argentina vuelve a tener una desocupación de dos dígitos, habría que leer a Belgrano que decía: “La mejor manera de exportar las producciones de la tierra es primero manufacturarlas”. “De nada sirven la agricultura y la minería sin el aporte de la oficiosa industria”.

Fue un gran proteccionista. A los gobiernos actuales, que abren la economía bajo el verso del libre mercado, les dice: “La importación de mercancías que compiten con el consumo de las del país, trae tras de sí necesariamente la ruina de la Nación”.

Siempre advirtió sobre la entrega que significa endeudar al país: “Un mal imponderable para la nación es el de los usureros, enemigos de todo lo viviente, devoran al ciudadano”.

Fue un estatista, para que lo lean los neolibeales de hoy: “Los límites que el gobierno pone al comercio no pueden llamarse dañinos. La libertad está en boca de todos, pero es raramente entendida en su real medida”.

Fue un gran defensor del mercado interno, hoy inexistente en la Argentina: “La grandeza de las naciones está dada por la grandeza de sus consumos”.

Decía que la concentración de riquezas en pocas manos es como el agua estancada que termina pudriendo a la nación.

Y, finalmente, fue un adelantado a Carlos Marx, porque ya en 1813 habló de clases sociales: “Existen en el mundo dos clases de personas, las que pueden disfrutar de los bienes y servicios de la tierra y las que sólo pueden trabajar para que las otras disfruten”.

Ese es el Belgrano que nos siguen ocultando. Porque le tienen miedo, porque es incómodo.

¿Cómo lo catalogarían esos neoliberales hoy a Belgrano?

Los herederos de Rivadavia hoy lo catalogarían, al menos, como un populista, un demagogo, un trasnochado. Para nosotros es un patriota con todas las letras, para el cual siempre la Patria fue el otro.

Y además, honesto. ¿Es cierto que murió pobre?

Es cierto. Murió enfermo, pobre y solo. Tuvo que pagarle a su médico personal con su reloj. A veces pedía plata a sus amigos para comer. Sin embargo, nunca dejó de reclamar al gobierno central los sueldos adeudados, más o menos unos 13 mil pesos oro, el equivalente a hoy unos 600 mil pesos. No se resignó a su pobreza, él no estuvo contento de ser pobre, a nadie le gusta sufrir necesidades. Eso no es algo bueno como nos lo quieren mostrar las clases dominantes. Ojo con eso. También es una estrategia perversa. Las clases dominantes argentinas quieren que nosotros seamos pobres como Belgrano, mientras ellas se enriquecen más y más. Por eso resaltan esa situación como si fuera un mérito ser pobre.

En 1903, durante el segundo mandato de Julio A. Roca, se exhumaron los restos de Manuel Belgrano para pasarlos a un mausoleo, algo que él jamás hubiera aceptado. Y en esa operación, los ministros del Interior, Joaquín V. González, y de Guerra, Pablo Ricchieri, le robaron los dientes. Sí, como lo leés: le robaron los dientes a Belgrano, al prócer que menos comió con los dineros públicos. Esa es la calaña de los exponentes de nuestra clase dominante, ladrones, parásitos. Ya lo decía Belgrano antes de morir: “No veo más que pícaros por todos lados, sobreponen sus intereses personales a los de la Patria”.

Belgrano murió el 20 de junio de 1820. Al día siguiente, ningún diario dijo nada. Ni una línea. Lo ningunearon, lo ocultaron. Luego lo quisieron borrar del mapa. Y como no pudieron, quisieron vaciarlo de contenido político, inventándose ese Belgrano tibio que lo único que hizo fue la Bandera. Y te hablan del pelo de Belgrano, del rulito de Belgrano, de si tenía voz finita o no, de los amores de Belgrano. Todo para no hablar del Belgrano más profundo, político y revolucionario.

Por eso nosotros queremos recuperar al verdadero Belgrano, en este momento histórico de la Argentina, porque lo necesitamos más que nunca.

Por eso, cuando hoy veamos la Bandera Argentina, pensemos en “las banderas” de Belgrano: reforma agraria, igualdad, educación, justicia, productivismo, proteccionismo, mercado interno, igualdad de género, respeto por los pueblos originarios y la naturaleza, entre otras.

¡Viva Belgrano! ¡Viva la Bandera! ¡Viva la Patria!, que siempre es el otro.

20-06-2020

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