A cinco años del 15-F: En la región hicieron 120 microembalses.

Aunque tuvieron mayor impacto en Sierras Chicas, las crecidas de los ríos en nuestra zona anunciaron lo que ocurriría el 3 de marzo del 2015. El Ing. David Torre insiste en que los dueños de campos deben colaborar para que el agua infiltre en cada lote y no escurra a otros sectores.

Seguridad 21 de febrero de 2020
Microembalses

Jesús María. En los últimos 10 años, el gobierno provincial aprobó la construcción de microembalses de retardo en el nacimiento de las cuencas de los ríos del Bajo del Departamento Colón para evitar inundaciones en las zonas urbanas de Sinsacate, Jesús María, Colonia Caroya, General Paz y Juárez Celman.

El Ing. David Torre los diseñó luego de firmado un convenio de colaboración recíproca firmado en 2010 por los municipios de la región, la Sociedad Rural de Jesús María y los Consorcios de Conservación de Suelo y Agua.

Nada pudo controlar la voracidad del agua caída en la madrugada del 15 de febrero de 2015 en las Sierras Chicas, con grave impacto en las áreas pobladas de Río Ceballos, Salsipuedes, Unquillo, Villa Allende, pero también en A- gua de Oro y La Granja.

Los 300 mm de lluvia -“un tsunami caído del cielo”, dijo el gobernador De la Sota ese día- y sus consecuencias marcaron un antes y un después en las prioridades para controlar el escurrimiento del agua que baja al llano.

En Sierras Chicas hubo ocho muertos, miles de damnificados, dolor, desolación y destrucción.

Ese día fue un aviso de lo que ocurrió el 3 de marzo en Jesús María.

La desesperada búsqueda de Mariana Di Marco, quien falleció cuando fue arrastrada por la imponente crecida del río en el paraje La Pampa, donde estaba a- campando con amigos, es el recuerdo más triste de entonces.

En Colonia Caroya, el río Carnero creció como nunca antes, movió las defensas del puente sobre la Ruta 9, rompió el vado de la calle Pedro Patat y destruyó el puente de Puesto Viejo.

 

¿Qué cambió en cinco años?

Desde entonces, los gobiernos municipales comenzaron a tomar en serio la obligación de tener un cuerpo de Defensa Civil activo y coordinado, instalaron estaciones meteorológicas en diferentes puntos de la cuenca para alertar de posibles crecidas de los ríos y hubo inversiones en microembalses.

David Torre resumió lo ejecutado desde aquel fatídico día: “En primer lugar, se fijó un plan de trabajo que contempla áreas prioritarias para frenar el agua en sectores rurales o de montaña, como lo que hicimos en Sinsacate, que ya está regulado. Pero también se trabajó mucho para evitar consecuencias en Sierras y Parque, Los Nogales, en la ciudad de Juárez Celman. Se fueron definiendo áreas prioritarias”.

Según su estadística, se hicieron 120 microembalses desde Juárez Celman hasta la cuenca del río Pinto, en un área de 50 Km, que mitiga el impacto de las fuertes lluvias en todas las localidades ubicadas sobre la Ruta Nacional 9.

“Se hizo con fondos aportados por Recursos Hídricos y maquinaria del Ministerio de Agricultura, usando un presupuesto acotado, se logró avanzar en la sistematización del agua; están faltando obras, especialmente en los campos de la cuenca del Guanusacate, que son las de mayor eficiencia”, añadió el profesional.

Y agregó: “Necesitamos la participación del propietario de la tierra. En cada lote agrícola sabemos que ya no infiltra toda el agua que cae. El objetivo es que infiltre en esos campos y no escurra a otros lugares. En eso se basa el nuevo plan de trabajo”.

Según Torre, los inconvenientes en la Ruta Nacional 9 el 30 de diciembre pasado, cuando cayeron 200 mm, se debieron a que en algunas zonas todavía no está finalizado el proceso retardador del agua con embalses “porque primero dimos prioridad a proteger las zonas pobladas”.

Esta semana se creó un fideicomiso para atender esas obras que faltan “con un enfoque agro-vial-hidráulico”, junto a los consorcios camineros y canaleros.

21-02-2020

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